Vigo

¿Son ‘malos’ los transgénicos?

Antonio Figueras es el director de Investigaciones Marinas.
photo_camera Antonio Figueras es el director de Investigaciones Marinas.

El Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC) reabrió en Vigo el debate sobre estos productos, tras la aprobación en EEUU de un salmón modificado genéticamente

La reciente autorización de Estados Unidos para comercializar en su territorio el primer animal transgénico, un salmón que patentó la empresa AquaBounty y que se producirá en estanques de Canadá y Panamá, reabrió el debate en Europa sobre los alimentos transgénicos y esta discusión tuvo su reflejo en el Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC) con una charla abierta a todos los públicos que impartió esta semana el investigador Antonio Figueras. “¿Son “malos” los transgénicos?” Con esta pregunta empezaba su charla Antonio Figueras, que intentó descartar ideas preconcebidas y fomentar un espíritu crítico entre los asistentes. El investigador se centró en el impacto de los transgénicos (animales o plantas) sobre el medio ambiente, con el riesgo de que puedan dominar el ecosistema y desequilibrarlo a su favor o simplemente porque lleven a que se dejen de cultivar variedades y especies que son interesantes. “Ese es el mayor problema porque en Estados Unidos, el país que empezó a consumir transgénicos en los años 90 del siglo pasado, no se han dado problemas de salud derivados de su consumo. Si hay alguna duda sería sobre los efectos a largo plazo, pero no hubo tiempo para estudiarlo, y a corto plazo no se ha asociado a enfermedades o daños masivos a la población”, explica. El experto señala un contrasentido: “hay gente que tiene miedo a plantas modificadas genéticamente para que no les ataquen los insectos,  pero no tienen problema en consumir una manzana tratada con insecticidas y pesticidas que además contaminan el medioambiente y que son pasadas por cera para que parezcan bonitas”. Otro factor a considerar es que estos cultivos en zonas que se están desertizando como Castilla, zonas de Andalucía o de Aragón podrían ser la solución para que vuelvan a ser zonas productivas. “No es mano de santo, pero tampoco se deben desechar por el mido a lo desconocido que tenemos los seres humanos”, señala.
 Europa es reacia a admitir este tipo de cultivos, en parte por las crisis alimentarias que sufrió (vacas locas y otras), y aunque admite el cultivo de una variedad de maíz y poco más, sí que acepta la importación de soja o de maíz que sirve de alimento a animales que se consumen en su territorio. Para Figueras lo importante es que en caso de que se acepte la producción debe hacerse con precaución y con los controles que establecen las directivas europeas, manteniendo la trazabilidad y etiquetado para que cualquiera pueda saber el origen y destino final de cualquier alimento que consuma el ser humano. 
 

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