VIGO

Sigue la maldición de los arquitectos célebres en Vigo

Arriba, a la izquierda, la estación del AVE diseñada por Thom Mayne, a su lado el nuevo ayuntamiento proyectado por Rafael Moneo. Sobre estas líneas, a la izquierda, el puerto que dibujó Nouvel y el campus de Rocha
photo_camera Arriba, a la izquierda, la estación del AVE diseñada por Thom Mayne, a su lado el nuevo ayuntamiento proyectado por Rafael Moneo. Sobre estas líneas, a la izquierda, el puerto que dibujó Nouvel y el campus de Rocha

El proyecto de Thom Mayne para construir la terminal en superficie del AVE continuará guardado en un cajón al lado de otros grandes proyectos diseñados por otros arquitectos de renombre y que nunca llegaron a ver la luz.

 La maqueta inicial presentada por Thom Mayne fue desechada hace un año por el ministerio de Fomento al considerarla demasiado costosa –181 millones de euros– por lo que se redefinió para adaptarla a los nuevos tiempos, con un recorte sustancial. Sin embargo, ese plan B no ha recibido ofertas para trasladarse del papel a la realidad. Mayne, galardonado con el premio Pritzker en 2005 no es el único ganador del considerado el Nobel de la arquitectura que ha pasado por Vigo y que ha dejado su impronta en una maqueta. 
Antes que él lo hizo Rafael Moneo, ganador del Pritzker en 1996, que invitado por Abel Caballero imaginó un nuevo ayuntamiento sobre una futurista muralla de San Sebastián que costaría unos 60 millones de euros.
Otra maqueta fue la del brasileño Mendes da Rocha para el campus universitario de Vigo. El diseño, que salvaba la orografía montañosa con pasarelas entre las facultades se  presentó en sociedad un año antes de que su autor fuese premiado con el Pritzker, en 2006.
El más llamativo de todos fue sin duda el puerto que ideó Jean Nouvel para el puerto de Vigo, que incluía un fastuoso hotel con forma de menhir sobre el mar y que fue premiado con el Pritzker un par de años después de su diseño para Vigo, concretamente en 2008. La obra precisaba una inversión de más de 300 millones.
Estos cuatro ejemplos son los más conocidos pero no se trata de los únicos que se quedaron aparcados después de que un arquitecto de renombre se hiciese cargo de ellos. Así, también fue el caso de la Plaza de la Concordia que Ricardo Bofill diseñó para el centro en 1990, cuando se barajaba demoler la cárcel que ahora está transformada en el Marco. Su presupuesto era de 40 millones de pesetas, unos 240.000 euros. También el portugués Álvaro Siza llegó a diseñar un multiusos para Samil que nunca vio la luz.n 

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