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Rosas rojas por el 80 aniversario del fusilamiento de Pereiró

Abel Caballero, ayer, con los familiares de Antelo Conde, Martínez Garrido y Bilbatúa.
photo_camera Abel Caballero, ayer, con los familiares de Antelo Conde, Martínez Garrido y Bilbatúa.

Vigo homenajeó a Martínez Garrido, Antela Conde, Bilbatúa, Botana, Ignacio Seoane, Torres, Santóstegui y Ramón González

En un acto sobrio, con apenas un centenar de asistentes, el Concello de Vigo homenajeó a sus vecinos represaliados contra el muro del cementerio por su compromiso con la República en una fatídica madrugada de la que hoy se cumplen 80 años. Un mes después de la matanza de la Porta do Sol, en la que la sublevación militar llegaba a la ciudad, los primeros presos fueron “paseados”.
Un centro de rosas rojas simbolizó la sangre vertida en Pereiró. Fue colocado ante el monumento por los caídos en la Guerra Civil por el alcalde Abel Caballero, acompañado por familiares de tres de los fusilados, José Ramón Fernández Antonio, sobrino-nieto del concejal Antonio Bilbatúa; Carmen Antela, sobrina del alcalde de Lavadores, José Antela Conde; y Emilio Otero Martínez, nieto del alcalde de Vigo, Emilio Martínez. A escasa distancia descansan los restos de los homenajeados. Este es el recuerdo “a las personas asesinas en el año 36 por haber defendido la democracia y sus convicciones políticas, de partido y de República”, declaró Caballero, ante el reducido aforo, compuesto por familiares, amigos, simpatizantes y representantes políticos. Así, estuvieron presentes la totalidad de los concejales vigueses del PSOE (partido al que pertenecían la mayoría de los represaliados). También estaban otros socialistas como Lola Galovart o Abel Losada. La representación municipal finalizaba con la asistencia de dos concejales de Marea de Vigo, Rubén Pérez y José Luis Jacome.

“lo malo ya pasó”
Emilio Otero Martínez, vecino de Vigo, vivió con emoción la ceremonia de ayer en Pereiró: “Fueron momentos muy tristes, pero lo malo ya pasó y hay que centrarse en lo positivo”. De su abuelo, Emilio Martínez Garrido, le dijeron que “era una buena persona, de ideas socialistas y ejercía el amor al prójimo”. Reconoce que durante el franquismo había miedo en su casa, “pero todos nosotros siempre tuvimos cierta vocación política”, confiesa.n

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