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Profesionales del HAC atienden a unos 250 pacientes en Perú

Miguel Cuervo, Begoña de Anta, Manoel Martínez y Antonio Ojea, en su primer día en la Clínica.
photo_camera Miguel Cuervo, Begoña de Anta, Manoel Martínez y Antonio Ojea, en su primer día en la Clínica.

Dos facultativos, un anestesista y una enfermera, en la campaña de Children's Abancay

Profesionales del Álvaro Cunqueiro emplearon sus vacaciones en una campaña sanitaria realizada hace unos días en una región de la Cordillera de los Andes (Perú), en la que atendieron más de 250 procesos, entre intervenciones mayores y menores, técnicas diagnósticas y consultas. La iniciativa partió de la asociación Children's Abancay que colabora con un orfanato y una clínica en Abancay, una ciudad  peruana a 2.380 metros de altitud. El capellán del Cunqueiro, Juan José Sobrino, forma parte de esta asociación y fue el encargado de solicitar la participación de los voluntarios. Este año la campaña se centró en la Cirugía Urológica y los protagonistas fueron el jefe de Urología del Complejo Hospitalario de Vigo, Antonio Ojea, el cirujano plástico, Miguel Cuerpo, la enfermera Begoña de Anta, y el anestesista Manoel Martínez. Todos ellos se embarcaron en una iniciativa solitaria, que duró del 11 al 28 de noviembre y que les llevó a superar un viaje de más de 30 horas, con un tramo final complicado por la altitud y por el recorrido a través de un paraje montañoso.
El equipo trabajó en la Clínica Santa Teresa de Abancay, que gestiona Cáritas. Fueron 9 días de trabajo efectivo, quitando los días de viaje y fin de semana. Las patologías que vieron fueron sobre todo de  próstata en los varones y en las mujeres los prolapsos y las  incontinencias. El urólogo Antonio Ojea destaca que le llamó la atención el hecho de que mucha gente tuviese piedras en el riñón. Aunque desconoce los motivos, apunta que puede deberse a la  alimentación y quizá a la deshidratación porque el clima de la zona es seco. Durante su estancia también ofrecieron un curso de formación para profesionales que organizaron antes de salir de Vigo. En este curso un radiólogo habló de la ecografía en el aparato urinario, el único urólogo de la  región abordó el cáncer de vejiga y el vigués Antonio Ojea dio una conferencia  sobre marcadores del cáncer de próstata. Además proyectaron pusimos películas de técnicas muy avanzadas en Urología.
Ahora, ya en Vigo, tratarán de hacer un seguimiento de los pacientes que atendieron en Abancay con la información que les faciliten valiéndose de la telemedicina. 

ANTONIO OJEA Jefe de Urología del Chuvi

Antonio Ojea, en el Meixoeiro, recién llegado de Perú.

“En Abancay las distancias no se miden en kilómetros sino en horas”

¿Cómo se animó a participar en esta campaña en Perú?
Me lo dijo el padre Juan Sobrino. Me gusta organizar cosas porque es mi trabajo y fui. Le sacamos rendimiento al viaje, aunque para la próxima vez me gustaría ir más organizado (no conocía muchas cosas), que hubiese una preselección para poder hacer técnicas quirúrgicas más complejas.

Habla de una próxima vez. ¿Le han quedado ganas de volver?
De momento acabo de llegar y estoy algo cansado (se ríe), pero la verdad es que la gente de allí nos apreciaba y nos decía que a ver cuándo volveríamos, se ve que está muy necesitada. Hay que tener en cuenta que Apurímac (significa ‘Dios que habla’) es una región tan grande como Galicia con unos 450.000 habitantes y solo tiene un urólogo, poco puede hacer. La urología es una especialidad que abarca hombres, mujeres y muchas patologías.


¿Cómo les recibieron allí?
Nos atendieron muy bien. En Abancay la comunidad de monjas y el Obispado nos hicieron sentir como en casa. La primera sensación es de incertidumbre al ver un hospital que no se parece nada a lo que tenemos aquí, pero era muy digno. Y había de todo, gente que sabía que iban unos médicos europeos y querían una segunda opinión y luego mucha gente pobre, que llegaba a pie o a caballo después de caminar unos 4 horas, otros 10 horas. A lo mejor eran las cinco de la tarde y yo les preguntaba: ¿Cómo van a regresar? Me decían “pues espero aquí hasta mañana”. ¿Y dónde espera?. “Bueno...” 


¿Cree que no valoramos lo suficiente la sanidad que tenemos?
Nosotros somos muy afortunados, aquello no se parece en nada a los nuestro. Allí hay algún hospital público, aunque no cogen a todo el mundo, y la gente tiene que pagar por el material que gasta.

¿Cómo era el día a día?
A las cuatro y media era de día, nos levantábamos a las seis y media, desayunábamos y a las siete y media o un poco antes empezábamos a trabajar en la clínica. Nos daban algo de comer allí y seguíamos trabajando de tarde hasta que era de noche. Tomábamos algo y a las 8 a cama porque era de noche.
Fue en sus vacaciones. ¿No le dieron días a mayores para ir?
No. No me pusieron ninguna traba y eso ya es una ayuda. Yo, como todo el mundo, si quiero hacer una cosa buena tengo que sacarlo de lo que es mío, no aprovecharme de los demás. No hay que darle vueltas.

Tiene mujer, cuatro hijos y varios nietos. ¿Le apoyaron en casa?
Tenemos un chat que se llama “happy family” y todo el mundo de la familia me mandaba apoyo esos días, aunque el whatsapp solo funcionaba en la Clínica.

¿Que le llamó más la atención?
Allí las distancias no se miden en kilómetros, se miden en horas. Si le preguntas a alguien donde vive siempre te dicen a ocho horas o las que sean. Es complicado, la gente es pobre, van a pie, a caballo o en algún transporte. Y allí cuando vienen con un problema que les preocupa es gente inteligente que te hace preguntas y hasta que no queda convencido con las respuestas que les das no terminan, y siempre ponen ellos el punto final.

¿Que diría a otros que quieran ir a campañas similares?
Que si tienen capacidad de desprendimiento hacia los demás y fuerza todo lo superarán, porque la cosa fácil no es.
 

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