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El primer niño llamado Vigo

El niño Vigo Martínez Garrido, con sus padres y su hermana, visitó ayer al alcalde de la ciudad.
photo_camera El niño Vigo Martínez Garrido, con sus padres y su hermana, visitó ayer al alcalde de la ciudad.

Lleva a Vigo en sus venas y también en el carné de identidad. El nombre se lo debe a su madre, Liliana Garrido, una viguesa del barrio de Coia que vive en Madrid y sueña con envejecer en su ciudad de origen.
 

Vigo Martínez Garrido tiene ocho años y fue el primer niño que recibió el nombre de la ciudad. En fecha reciente nació otro bebé, que vive en Alemania y que lleva a su vez el nombre de Vigo. Pero él fue el primero en llevar este nombre con el añadido de contar además con unos apellidos muy vigueses: los de un alcalde ilustre de la ciudad al que mataron durante la Guerra Civil y que da nombre a una avenida. Este niño visitó ayer al alcalde, Abel Caballero, acompañado de sus padres y de su hermana pequeña para que conociera su historia. La familia vive en Madrid por motivos laborales, pero vienen a Galicia en vacaciones. La madre, Liliana Garrido, nació en el barrio de Coia y es una apasionada de su ciudad y del mar. Ella fue la que decidió el nombre. “Lo hablábamos antes de casarnos, si teníamos un niño se llamaría Vigo y si era niña Galicia o Rosalía. Le dije además que si el niño no se llamaba Vigo no me casaba”, comenta riéndose. Al final, llegó la propuesta de matrimonio y el compromiso se mantenía en pie. Liliana puso otra condición: quería casarse en Vigo y hacerse fotos en su playa de siempre, La Fuente. La boda se hizo en el Museo de Castrelos un 30 de junio y les casó Abel Caballero, que llevaba muy pocos días como alcalde. “Hablando con él pensamos que fue la primera o de las primeras bodas que hizo”, señala. Caballero les preguntó ayer cómo habían decidido este nombre, que seguramente  sorprendería a los familiares, y ella le contó que echaba de menos su tierra y era una forma de tenerla cerca. Después nació la niña y la llamaron Abril. “Mucha gente pregunta si se llama Vigo por el actor Viggo Mortensen, pero les decimos que es por la ciudad y a todo el mundo le encanta”. Otra curiosidad relacionada con el nombre es que no tiene onomástica y por ello la familia decidió que celebraría el santo de Vigo todos los años el Día de la Reconquista, con una fiesta que incluye una tarta adornada con la bandera de Galicia.
 Liliana contagió a sus hijos el entusiasmo por la ciudad y por el mar. De hecho, cuando nacieron les mojó con agua de la playa de La Fuente que el abuelo le envió a  Madrid a petición suya. “Para mí el mar es muy importante. Vivo en Madrid desde los 19 años, ahora tengo 37  y me gustaría envejecer aquí. Ahora no podemos por el trabajo”, señala. También es celtista como su hijo, que va del equipo vigués cuando juega contra el Madrid, su otro gran favorito.
Preguntada por cómo ve la ciudad, asegura que “es la mejor ciudad del mundo”, que está muy limpia y muy cuidada, y añade que “estoy muy orgullosa de lo que tenemos, solo hay que ver los paisajes, la comida, respirar el aire que tenemos y hablar con la gente de aquí. El gallego tiene fama de cerrado y tímido fuera de aquí, pero no es cierto. No hay comida en condiciones en la que no se acabe cantando, mi marido alucina. Y tampoco es verdad que no se sabe si sube o baja, no somos indecisos, sabemos adonde vamos, otra cosa es que te lo digamos”. El alcalde prometió ayer a Vigo que lo llevaría un día a Balaídos y disfrutó con esta historia de amor a la ciudad.
 

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