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Matamá cumple con San Amaro ofreciendo piernas y brazos

La imagen de San Amaro, portada por dos mujeres y dos hombres, es sacada a hombros de la iglesia para devolverla a su capilla.
photo_camera La imagen de San Amaro, portada por dos mujeres y dos hombres, es sacada a hombros de la iglesia para devolverla a su capilla.

La primera romería del año en Vigo reunió a cientos de personas para rendir culto al santo abogado contra las enfermedades reumáticas

nnn La romería de San Amaro (o San Mauro) no es ni de lejos de las más multitudinarias. Sin embargo, es una de las que más fiel se mantiene a las tradiciones, lo que la convierte en una conmemoración muy cercana. Sus seguidores son vecinos de Matamá y de otras parroquias próximas con las que guardan lazos familiares. “Venimos porque nos gusta la música, la tradición y porque ya me traía mi padre”, comentaba Quique a sus amigos César y Fernando, con los que se encontraba brindado a la salud del santo.
“Aquí son muy de manos y piernas”. La frase, expresada por Montse Troncoso, vendedora de velas y exvotos que ayer, domingo, abría su temporada de romerías, define lo que es esta fecha: el culto a un santo al que se pide para curar el reuma y recuperar la movilidad. Y ahí estaban sus fieles, que cumplieron con el ritual de todos los 15 de enero: dar tres vueltas alrededor de la capilla de San Amaro con sus exvotos; rezar una oración, y depositar un donativo. El exvoto no tiene por qué ser de cera. En un cajón, a la entrada del pequeño templo, había decenas de reproducciones en madera de brazos y piernas listas para que quien quisiese las cogiese para realizar su ofrenda. “También se dejan prótesis y ayudas de las que el ofrecido se ha conseguido librar”, comenta el vecino Manuel Costas, quien ayer ayudaba en las labores de la iglesia, señalando a unas muletas y a un corrector de espalda que podían verse en un rincón.
“Venir aquí es una tradición. Yo le pido al santo que me dé fuerza en las piernas y en las manos”, cuenta Mari Carmen Cabezas, de la vecina parroquia de Valladares pero casada y asentada en Matamá desde hace 43 años. La misma tradición que ayer cumplían Fernando, Maribel, David, Olga y Lourdes, familiares y amigos.
Minutos antes, a imagen había sido sacada de la capilla para que presidiese la misa solemne en la iglesia parroquial, situada a escasos metros y que se veía completamente abarrotada de fieles. Después fue llevada de nuevo a la pequeña ermita, en cuyos alrededores se situaba la fiesta y donde se pudo ver al alcalde de Vigo, Abel Caballero. Pocos puestos —artesanía, velas, productos tradicionales y pulpeiras— pero suficientes para que la gente disfrutase del buen ambiente y de la música de gaitas y de una charanga en un día de invierno en el que Matamá se libró de la ola de frío. n

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