vigo

Mascotas bajo protección

El párroco de La Soledad, Alberto Cuevas, bendijó a más un centenar de mascotas, llevadas por sus dueños.
photo_camera El párroco de La Soledad, Alberto Cuevas, bendijó a más un centenar de mascotas, llevadas por sus dueños.

La Soledad volvió a acoger la bendición de los animales domésticos por San Antón Abad

 Perros, gatos y conejos dominan entre la fauna doméstica que ayer recibió la bendición de las mascotas. Alberto Cuevas, el párroco de La Soledad, ofició la ceremonia en el atrio de la iglesia ante más de un centenar de fieles con sus animales de compañía. “Con este acto queremos estar cerca de los que están solos y a los que la presencia de sus mascota les aporta fortaleza y consuelo; desde aquí queremos ofrecerles la parroquia para todo lo que les podamos ser útiles; queremos, entendiendo bien la expresión, ser sus ‘mascotas’ contra la soledad”, apuntó Cuevas.
Con algún que otro problema en la megafonía, entre ladridos y varios maullidos, transcurrió el oficio con la lectura de la Creación en “El Génesis”, a la que siguió una breve reflexión del párroco: “Es importante dejarnos mimar; aprended de vuestras mascotas el espíritu de sacrificio, de obediencia, así como el sentido de fiesta y de vida”. Finalizó el sermón, aconsejando a los dueños que fueran responsables de sus animales para favorecer la convivencia con el resto de la sociedad y les recomendó ponerles el chip. A continuación, procedió a la bendición.
Un año más, se cumplió con el rito en nombre de San Antón. En muchos casos los asistentes acudieron en familia o en grupos de amigos junto a sus animales a una cita que poco a poco se ha vuelto imprescindible para los amantes de los animales. Así, las Acuña reconocieron ser reincidentes: Susana acudió con “Elsa”, una gata que habitualmente reside con la familia en Valladolid, pero que prolongó sus vacaciones de Navidad para acudir a la bendición; su hermana Mar llevó a la otra gata de la familia, “Bella”; mientras su hija, Carolina Vázquez ofreció al pequeño hámster, “Coco”. El roedor, que corría inquieto en la rueda de su hábitat, se estrenó en la ceremonia, mientras sus compañeras felinas ya son unas veteranas y permanecían ajenas al nerviosismo del resto de los peludos.

Te puede interesar