En Vigo dejó de ser la primera fuerza, perdiendo alrededor de 9.000 votos frente al PP
La situación cambió drásticamente en la sede de En Marea en Vigo, que logró en la ciudad 50.369 votos. Comenzó la noche con la esperanza de aumentar un escaño en Pontevedra, dando entrada a Josué Villar, y acabó teniendo que asumir la pérdida de alrededor de 9.000 votos, cediendo el primer puesto como partido más votado al PP, que lo superó en más de 1.500 apoyos. En los anteriores comicios del 20D, los populares obtuvieron 11.000 papeletas menos que En Marea.
Pese a los resultados adversos, la cabeza de lista por Pontevedra, la viguesa Alexandra Fernández consideró que su agrupación “sigue siendo la fuerza política que le disputará la mayoría absoluta al PP”. Desde Santiago, donde acudió con Carmen Santos (Podemos) y Josué Villar (EU) para seguir el recuento con todos los candidatos, Fernández apostó por seguir trabajando “arduo y duro hasta las autonómicas para superar a los populares”. Consideró que el desenlace electoral es la consolidación de un proyecto.
Asimismo, la diputada electa lamentó la baja participación, que relacionó con el aumento del voto por correo. De la abstención dijo que “es comprensible después de los últimos meses porque se fue desgastando el ímpetu de los primeros momentos”.
En el local de la avenida Camelias, unas decenas de militantes y simpatizantes siguieron la evolución del recuento con los nervios a flor de piel. Con la cúpula viguesa en Santiago, el único cargo institucional que estuvo presente en la sede fue la concejala de A Marea, Margarida López. La edil aseguró que “en Vigo los resultados son más o menos los que teníamos, aunque está claro que hay que seguir trabajando para atraer de nuevo a la gente y convencerlos de que somos necesarios”. Justificó el descenso en la mayor abstención que “siempre favorece al PP”.
López reconoció que desde Vigo no esperaban grandes cambios, pero que la subida del PP “no nos gusta porque esto significa que seguirán las políticas de castigo”.
A las 23.30 horas, la sede de En Marea comenzó a vaciarse. Sin euforia, sin nada que celebrar, militantes y simpatizantes se retiraron con resignación.n
