Testimonios, fotografías y documentos de los vigueses conforman el proyecto que el Museo de Arte Contemporánea tiene en marcha para recuperar la memoria colectiva sobre la antigua cárcel
Instalaciones, audiovisuales y las propuestas artísticas más arriesgadas ocupan ahora las salas del Marco. Sin embargo, el edificio del Museo nació con otra vocación. En 1880 se iniciaban las obras de la cárcel diseñada por Ortiz y Sánchez, que albergaría durante un siglo una prisión y un juzgado. Con el proyecto “Documentando o Marco”, dirigido por Iria F. Mouriz, se pretende recuperar este pasado echando mano de la memoria colectiva de los vigueses. La idea, iniciada en 2008 por el Día Internacional de los Museos, se retomó este año. Con estos testimonios se aprecia la distinta relación que tuvo la ciudad con el inmueble.
Mario fue de los primeros en participar. Nieto del jefe de prisiones, vivió en el albergue de los funcionarios en las instalaciones, donde también se casaron sus padres. Recuerda el sonido de hierro contra los barrotes de celdas en la comprobación que hacía su abuelo cada noche.
Otro nieto, Xulio comparte la historia de su abuelo Casimiro, oficial del Registro entre 1918 y 1960. Siente nostalgia de las antiguas estancias donde iba a ver su abuelo e trata de reconstruirlas mentalmente cada vez que visita el nuevo espacio.
José Luis nació en O Progreso, por lo que recuerda el cuartel militar instalado en la parte trasera del edificio en los años 50. En la huelga del 72, como manifestante de Citroën, le tocó pasar por los calabozos, lo que resultó una experiencia amarga.
Carlos acudió por primera vez a este edificio con 6 años. Tuvo un accidente cuando manipulaba una bomba de fiestas en O Berbés y lo llamaron a declarar al jugado. Recuerda los corredores oscuros con el piso de madera que crujía al pisar.
También de su infancia recupera Ana un suceso relacionado con el edificio. Tras perderse en Príncipe, una señora la llevó con cuatro años a la comisaría instalada en la parte trasera. A los pocos minutos, apareció su madre.
Lourdes y Tomás representan el otro lado de la moneda, el de las celebraciones. Fueron de los pioneros en formalizar un matrimonio civil en 1983. Destacan lo mal acondicionadas que estaban las salas para albergar bodas con un crucifijo presidiendo la estancia. Del juez que ofició el enlace señalan su frialdad y poca simpatía.
La biblioteca del Marco está abierta para recibir las aportaciones testimoniales o documentales sobre el pasado del edificio.
Mario aportó una foto de su abuelo, de quien prefiere no dar el nombre, que ejerció de jefe de prisiones en la antigua cárcel de Vigo.
En 1983, Lourdes y Tomás fueron de los pioneros en contraer matrimonio por lo civil en los juzgados instalados en el ahora Marco. Recuerdan que la animación de sus amigos, que llevaron la fiesta a las puertas, revolució la frialdad del ambiente.
