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La Panificadora ya es Arte

Los dieciséis artistas participantes en “Olladas á Panificadora” posan junto a su comisaria, Ana Soler.
photo_camera Los dieciséis artistas participantes en “Olladas á Panificadora” posan junto a su comisaria, Ana Soler.

Dieciséis artistas del estudio Crearte de Ana Soler dejaron testimonio de sus sensaciones ante unas ruinas emblemáticas de la ciudad, que con la aprobación del proyecto recuperación este jueves, pronto serán historia

 Su situación privilegiada, junto a la Casa Consistorial, y su altura que permite su visión desde el puerto, han integrado a La Panificadora en el perfil característico de la ciudad. Dieciséis artistas, coordinados por Ana Soler, dejan constancia de su impronta a través de una obra. Soler invitó a cada uno a interpretar sus recuerdos y sensaciones: “Es un edificio emblemático que pronto cambiará”, indicó Soler.
El resultado es una selección de dieciséis obras de técnicas y estilos muy diferentes. Bajo el título de “Olladas á Panificadora”, la exposición permanecerá en La Boheme (Ecuador, 20) y lo recaudado con la venta de las obras se destinará a la asociación Discamino, en la que está integrada una de las participantes.
Así, dos generaciones comparten impresiones y recuerdos a través de sus creaciones artísticas: Para Antonio Iglesias, de 45 años, contextualiza La Panificadora en los años 90: “Era un Vigo industrial, gris, con encanto, con calles estrechas, cielos encapotados e inviernos más largos”. Con más de 50 años, Carmen González y Carmen Paredes recuerdan el tiempo en que funcionaba. La primera, vecina de García Barbón, recordaba a las empleadas repartiendo el pan por las casas, y Paredes, vecina del barrio de A Falperra aún tiene presente los negocios que había en los bajos: una droguería, una imprenta  y también una mercería, cuya dependienta aún tiene presente: “Era una señora mayor, pero vestía como si fuera una colegiala”, recuerda.
Para Pilar Iglesias y Shirley Rivas, la imagen de La Panificadora se corresponde con las actuales ruinas desde que tienen memoria. Pilar, de 54 años, llegó a la ciudad hace tres décadas. Relaciona su entorno a sus paseos en búsqueda de localizaciones para fotografiar. Como aparejadora, la estructura arquitectónica y sus elementos como los silos son los aspectos más significativos: “Siempre ejerció una atracción especial”, reconoce. En cuanto a Shirley, con 24 años, es de la generación más joven del grupo de artistas. El edificio le parece “digno de ser rehabilitado”, ya que testimonia el trabajo de muchos vigueses y la considera la base del crecimiento industrial de la ciudad.n

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