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Juzgan a un jubilado por acosar y espiar con prismáticos a una joven

El acusado, de 64 años, ayer a su salida de los juzgados de Vigo.
photo_camera El acusado, de 64 años, ayer a su salida de los juzgados de Vigo.

“Ni voy a trabajar, ni salgo de casa”, dice la mujer, quien afirma que es perseguida desde 2011

 Visiblemente afectada y sin poder contener las lágrimas, una joven declaró ayer en el Juzgado de lo Penal 3 contra el hombre que asegura le ha generado un estado de ansiedad por el que “ni voy a trabajar, ni salgo de casa”.
En el banquillo, Raúl Carlos G.A., un marinero jubilado de 64 años, para el que el fiscal solicita un total de 3 años de prisión por un presunto delito continuado de acoso y otro de lesiones.
Según la acusación desde finales de diciembre de 2016, el acusado, con una condena por delito leve de coacciones y orden de alejamiento, se ha aproximado a la víctima cada vez que ésta ha acudido al centro de Baiona, lo que sucedía todos los días del fin de semana.
En esas ocasiones, sostiene el fiscal, el hombre se acercaba a ella, cruzándosela por la calle y en los distintos locales en los que ella se encontraba. “Él la seguía de forma insistente, mirando para ella durante bastante tiempo”.
Desde mayo, el seguimiento fue prácticamente a diario, tanto en diferentes locales como en la playa de A Ladeira, “acercándose a la joven varias veces en el mismo día, incluso tratando de ocultarse en la zona de dunas de la playa, desde donde seguía sus movimientos, observándola con unos prismáticos”, dice la acusación.
Durante la vista, la mujer explicó que conoció al acusado años atrás cuando ella trabajaba de taxista, “era un cliente habitual”. El presunto acoso comenzó en 2011, dijo, pero “no interpuse denuncia hasta 2015, cuando me cansé de advertirle que me dejara en paz”.
“Yo sigo poniendo denuncias y él sigue igual. Voy siempre acompañada y ya no salgo sola nunca, lo que quiero es acabar con esto de una vez”, afirmó, mientras resaltó que “a pesar de quebrantar la orden de alejamiento, sigue igual y yo sólo quiero olvidarme de él y seguir con mi vida”.
Los agentes que declararon en la vista señalaron que el acusado siempre alegó que eran encuentros casuales y que estaba con los prismáticos en la playa viendo los barcos. “A la playa siempre va vestido y no mira al mar sino a ella”, dijo una testigo.
El jubilado tomó la última palabra para decir que “mienten y se contradicen”.

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