La institución acoge a 102 residentes, cien usuarios en el centro de día y una treintena en el área educativa
El hogar San Rafael cumple tres cuartos de siglo fiel a sus orígenes: “la hospitalidad y el usuario siempre en primer lugar”, según explica su gerente José Antonio Atienza. Este centro dedicado en la actualidad a atender a personas con discapacidad intelectual inició su andadura en Vigo acogiendo a los niños afectados por la poliomielitis, una dolencia que en los años cuarenta era muy habitual, afectando a unos dos mil menores al año en toda España hasta que en 1963 se inicia la vacunación sistemática.
En la actualidad acoge a 102 personas mayores de 18 años en régimen de residencia y un centenar en su centro de día. También gestiona un piso tutelado en el que residen en la actualidad siete personas. Además, cuenta con un área educativa que es frecuentada por una treintena de alumnos desde los 6 a los 18 años. Además, cuentan con un área de rehabilitación, concertada con el Sergas, abierta a todos los ciudadanos en la que cuentan con especialidades de Logopedia, Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Estimulación Precoz y psicomotricidad. Una oferta a la que hace algún tiempo se ha sumado la terapia con perros, que está teniendo "muy buenos resultados"
El próximo reto en el que están trabajando es en la atención a mujeres, ya que hasta ahora sólo aceptan hombres. Para ello y según comenta el gerente “tendremos que adaptar las instalaciones”. Este proyecto junto con las actividades que llevaban a cabo en la actualidad en las diferentes áreas del centro es parte del “tesoro” que guarda la cápsula del tiempo creada con motivo de los 75 años de existencia del Hogar San Rafael.
Testimonio para el futuro
El artilugio fue sellado el día del patrono de la institución, San Juan de Dios, fundador de la orden que regenta y crea las instalaciones viguesas, uno de los 300 centros que tienen repartidos por los cinco continentes. La idea es volver a abrir el recipiente “cuando se cumpla el siglo para que se pueda saber cómo se trabajaba y lo que se hacía”. Para ello, cada área de actuación del centro introdujo un documento en el que refleja sus actividades.
Una de esas actividades es la formativa. El centro cuenta con once talleres en los que los usuarios aprenden “en función de sus preferencias, habilidades, relaciones con los demás y contando además con la opinión de las familias”, explica José Antonio Atienza.
En la actualidad se centran en trabajos de manipulación para apoyo a empresas conserveras o “aquellos encargos que tengamos”. Los trabajos de forja o encuadernación que hicieron famosos estos talleres “decayeron bastante con la crisis. Ahora la gente apenas encarga este tipo de cosas y hemos tenido que adaptarnos a las nuevas circunstancias”.
Una adaptación que les ha permitido estar “siempre donde somos necesarios”, explica el gerente, para el que esta celebración es una oportunidad para “explicar el trabajo que hace la gran familia de San Juan de Dios” que integra además de los seis religiosos que están en Vigo en la actualidad, la veintena de voluntarios que colaboran con ellos y con el personal técnico del centro. n
