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Furancho, guardián del sabor popular

Juan Iglesias, en el galpón acondicionado como furancho da Balsa que abrirá el 15 de enero por San Amaro.
photo_camera Juan Iglesias, en el galpón acondicionado como furancho da Balsa que abrirá el 15 de enero por San Amaro.

La temporada empieza a comienzos de diciembre y cientos de galpones se preparan a ambos lados de la Ría para servir el excedente de vino acompañado por recetas de cocina casera

nnn No tiene etiqueta, ni denominación de origen, pero el vino de los furanchos es de los más cotizados. Centros neurálgicos de la cultura popular, galpones y garajes se convierten en auténticas tascas, abiertas como máximo tres meses al año para dar salida al excendente de la producción casera de vino. 
A comienzos de diciembre se abre la temporada, aunque en los de Vigo aún tardarán unos meses. La fiesta de San Blas marca el inicio de la mayor concentración de furanchos del término municipal vigués. A comienzos de año se dio licencia de apertura a 26 locales, que suelen permanecer abiertos sobre un mes en torno al día grande, el 3 de febrero.
El resto de las parroquias se reparten menos de media docena de furanchos con más o menos afluencia. Sin duda, el referente en este campo se encuentra en Matamá, donde desde hace once años abre el de A Balsa cada 15 de enero, coincidiendo con San Amaro, la primera romería del calendario vigués. Juan Iglesias, prejubilado, lo regenta junto a su familia: “La cantidad que despachamos depende del año, normalmente está en torno a los 1.500 litros”.
Las uvas se cultivan en los campos de Matamá, “son viñas viejas, las que heredé de la familia, que fui renovando con injertos y nuevas cepas”. Así, Iglesias considera que lleva en los genes el oficio de bodeguero, por lo que defiende la producción en madera. “Cuando más se vende es al principio, en la época del cocido; vienen muchos vecinos que a veces hasta traen las ‘cacheiras’ para que las preparemos”. En el furancho A Balsa se sirve vino blanco, de uva catalana, treixadura, albariño portugués y algo de godello; pero también tinto, predominando el mencia o el ‘gran negro’ (garnache), aunque también se encuentran uvas similares del tinto original de Cambados.
Tortilla de patatas, oreja, zorza, chorizo, callos o empanada forman parte del menú. “Siempre hay que tener algo de comer, porque la primera taza baja sola, pero la segunda hay que animarla con algo; buscamos lo rápido de preparar y evitamos el pescado”, apunta Iglesias, quien asegura que los comensales suelen llegar a la misma hora: “Al principio nos agobiábamos porque no dábamos abasto, hasta pensamos en dejarlo”. 
Reconoce que comenzaron con el furancho por necesidad: “Fue una salida a un momento duro, teníamos el género y solo hay que pagar por la licencia de apertura y la responsabilidad civil; estamos en un galpón de mis suegros, en familia y si vienen los clientes bien, y si no también, pasamos el día”. En los últimos años, el furancho da Balsa se ha convertido en un referente de la cultura tradicional, siendo eligido por el grupo A Roda como el escenario de su concierto de aniversario. 
Si tradicionalmente las ramas de laurel indicaba el lugar donde se servía excedente de vino, ahora son las redes sociales la mejor vía de difunsión: “El mejor ‘loureiro’ es facebook”, apunta Juan Iglesias, que cuenta con un dominio indicando la ubicación. Así, en internet se encuentran diferentes localizadores de galpones con laurel como defuranchos.com o webs genéricas con recomendaciones por localidades como www.vigoenfamilia.com.n
 

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