La exvicepresidenta del Gobierno llenó el Auditorio en el Foro Atlántico con representantes de toda la sociedad viguesa. De la Vega señala que el reto y el desafío en el mundo es colocar la igualdad de la mujer en el primer puesto de las agendas
Siglos de patriarcado han perpetuado la desigualdad en la mujer, un fenómeno que afecta a todo el planeta y que impide el desarrollo de la economía y de la sociedad y contra el que las mujeres ya han comenzado a alzar sus voces. Un situación que se ha agravado con la crisis económica pero ante la cual existe esperanza y confianza, porque ya no hay marcha atrás. Este fue el mensaje lanzado ayer por María Teresa Fernández de la Vega. La exvicepresidenta del Gobierno en la etapa del socialista Rodríguez Zapatero, actual consejera de Estado (primera mujer en acceder a este órgano) y presidenta de la Fundación Mujeres por África fue la protagonista ayer, lunes, de una nueva sesión del
Foro Atlántico, espacio de debate que promueve este diario.
En un auditorio lleno, en el Pazo de Congresos Mar de Vigo lleno, con más de 300 asistentes, donde no faltaron personalidades del mundo de la política, la cultura, los movimientos sociales y la empresa, el acto contó con la participación del alcalde de la ciudad, Abel Caballero, y de la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, quienes elogiaron la figura de esta jueza y política socialista y su papel decisivo en la puesta en marcha de leyes en España para favorecer la igualdad.
Fernández de la Vega agradeció a Atlántico, a su editor Óscar Outeiriño, y a su director, Julio Rodríguez, la incorporación del debate sobre el movimiento feminista dentro de los actos que lleva desarrollando en el último año con motivo del 30 aniversario del diario. Una cuestión que abordó bajo el título “Claves para una rebelión feminista” que, a su entender, ya está en marcha, como demostraron las recientes movilizaciones del 8 de marzo en más de 180 países, con la participación de millones de mujeres y millones de hombres que también se quisieron sumarse.
Durante más de 40 minutos de intervención, la invitada al foro desglosó la situación de la mujer y del movimiento por la igualdad que, “después de siglos de invisibilidad, sino de desprecio”,dijo, “se ha colocado por todo lo alto” en la agenda mundial. Sin embargo, alertó de los retrocesos que se han vivido esta última década —“años de hierro”, los calificó— coincidiendo con la crisis económica, donde los problemas que afectan a la mujer se situaron en un segundo plano. “La igualdad fue la gran olvidada, la gran despreciada en el debate político”, indicó, para advertir del peligro de lo que ella denominó “nuevos optimistas”, que sostienen que la igualdad se alcanzará por sí sola con los nuevos modelos capitalistas, algo que negó.
En esta línea, se lamentó de que en un mundo globalizado “se sospeche de la diversidad”. “Si no hay lugar para la diferencia, no hay lugar para las mujeres”, sentenció.
Fernández de la Vega afirmó que en los últimos años se ha abierto una brecha “dolorosa” que impide una auténtica democracia y que ese es el reto y el desafío en el mundo: colocar la igualdad de la mujer en el primer puesto de las agendas, para así luchar contra la pobreza, la enfermedad y la falta de educación y asegurar el éxito de todas las sociedades. Un hecho que ya se puso en evidencia tanto por la ONU como por primera vez el Foro Económico Mundial de 2006, indicó.
Las cifras manejadas por la también presidenta de Mujeres por África son muy duras: más de 800 mujeres, dos tercios en el continente africano, mueren cada día por problemas en el embarazo o en el parto; hay 89 millones de embarazos no deseados y 48 millones de abortos.
Tras citar a la gran filósofa, ensayista española y teórica feminista Celia Amorós, recordó que el cambio social implica todos los ámbitos de convivencia: el laboral, el político, el parlamentario, la empresa... No obstante, en todos los discursos de María Teresa Fernández de la Vega hay un lugar para la esperanza. Si el siglo XVIII fue el de la Razón y de las Luces —donde la mujer quedó excluida, pese a alegatos de pensadoras como Mary Wollstonecraft—, el siglo XIX fue el de la Revolución Industrial y el XX el de voto. “El siglo XXI va a ser el siglo de la mujer, ya tiene que ser el siglo de las mujeres”, manifestó.
Esta estadista recordó que el feminismo es “democracia, debate, ideas” pero también “indignación”. “Las faltas de respeto no las van a tolerar. Esto es una lucha contra el sistema masculino, contra el valor predominante que ha convertido la diferencia en discriminación”.
