El famoso vigués desconocido

 Gonzalo de Vigo fue el primer europeo que vivió en Polinesia, pero lo suyo no fue una gesta: desertor de la expedición de Magallanes en la primera Vuelta al Mundo, pidió perdón para volver a España cuando años después pasó por el mismo lugar Elcano en la segunda aventura. Una estatua figurada de Gonzalo de Vigo -nadie sabe qué aspecto tenía- ha sido colocada por el Puerto frente a la nave de Porto Cultura, todavía tapada a la espera de fijar fecha para su inauguración, probablemente el fin de semana. Es obra del escultor José Molares.
Gonzalo de Vigo es un personaje del que apenas quedan unas pinceladas, aunque está rigurosamente documentada su fascinante historia. El 4 de septiembre de 1525 la segunda expedición, al mando de Elcano, llegó a una isla donde los españoles fueron abordados por indígenas. En un perfecto castellano con acento gallego, uno de ellos les espetó: "Buenos días, señor capitán y maestre y buena compañía". Era Gonzalo de Vigo, que había desertado en 1521, en Molucas quizá para asentarse en un lugar paradisíaco o por hacer fortuna. De una y otra forma, fue con seguridad el primer europeo que colonizó Polinesia. "Hallamos un gallego que se llama Gonzalo de Vigo, que quedó en estas islas con otros dos compañeros de la nao de Espinosa, e los otros dos muriendo, quedó él vivo, el cual vino luego a la nao e nos aprovechó mucho porque sabía la lengua de las islas", contó más tarde uno de los supervivientes de la expedición.
Gonzalo pidió el perdón -era un desertor y la pena era la muerte- y por su amable llegada, más la ayuda que se comenzó a prestar a los enfermos de escorbuto, le fue concedido. Más tarde participó en un intercambio con filipinos. Notó que estaban muy alterados, por lo que pegó unos gritos para advertir a sus compañeros del peligro y salió corriendo, consiguiendo llegar a la chalupa donde sus camaradas le esperaban. No se sabe si volvió a España.