Vigo

Coleccionistas, entre pasión y negocio

Víctor Montenegro dirige desde hace años la galería Montenegro en Vigo.
photo_camera Víctor Montenegro dirige desde hace años la galería Montenegro en Vigo.

La inversión en arte cayó en la ciudad con la llegada de la crisis y aún no se ha recuperando, pasando el grueso del comercio gallego a Coruña, mientras Vigo permanece en un segundo plano

El coleccionismo en el mundo del arte se sitúa entre la pasión y el negocio. Vigo encabezó este mercado, que vivió su auge a finales de los 70 y en la década de los 80. Sin embargo, a partir de la llegada de la crisis la demanda bajó y desde 2007 no se recuperó, tal y como señalan los galeristas de la ciudad. Así, Víctor Montenegro, de la galería Montenegro, reconoce que compra en Vigo, pero vende en Coruña: “el norte tomó la delantera, y ahora es un buen momento para adquirir porque hay buenos precios”.
Además de por negocio, Montenegro adquiere arte por afición. Hace tres décadas inició una colección que supera las veinte obras: “No compro más de una obra al año, pero primo la calidad a la cantidad”. Su pieza favorita es un cuadro de Maruja Mallo por la satisfacción que le supuso adquirirla: “Llevaba 17 años detrás de ella”, reconoce: “La caza es la sensación más  grande”. Recomienda a los nuevos coleccionistas que se dejen guiar por lo que ven en los museos y que compren en las galerías de arte. Alerta de las sobrevaloraciones que hacen algunos autores de sus obras que luego no se corresponde con la tasación oficial.
En este sentido, el coordinador del espacio Lab_in, Víctor Nieves, apuntó la necesidad de que los interesados en iniciarse se dejen aconsejar: “La crisis cambió el mundo del arte, a los grandes coleccionistas, que son más conservadores, se unen nuevos compradores que apuestan por artistas emergentes, con obra más asequible”. Nieves destacó que este nuevo perfil tiene más formación y conocimientos en arte.
Entre los inversores de arte, la  demanda de artistas consagrados se mantiene estable como un valor seguro. Carlos Álvarez acaba de ponerse hace unas semanas al frente de la galería Monteblanco en una nueva etapa de la sala. Trabaja directamente con artistas o con coleccionistas que dejan su obra en depósito: “El coleccionista está muy tocado en Vigo, los precios bajaron, pero el arte hay que comprarlo para disfrutarlo, luego con el tiempo se convierte en inversión”. Álvarez sostiene que la crisis “puso a cada uno en su lugar y muchos tuvimos que deshacernos de nuestras adquisiciones”. Reconoce que sigue teniendo colección, “pero muy limitada y guiada por las relaciones de afecto y amistad con los artistas”.
El anonimato y la discreción rondan el mundo de las grandes colecciones privadas. Uno de los pocos que se reconoce como coleccionista es Luis Sirvent, quien combina su pasión por el arte con el negocio familiar, dedicado al mobiliario de diseño industrial contemporáneo. Cuenta con un perfil en el blog “Arte Informado”, donde se recoge que compró su primer cuadro a los 18 años y que ha conseguido reunir una de las más interesantes colecciones privadas de arte del siglo XX y XXI en España. Cuenta con obras de artistas italianos como Francesco Clemente, Enzo Chuchi o Mimmo Palladino; españoles como Javier Núñez Gasco o portugueses como Cabrita Reis o Balthasar Torres, con soportes innovadores como el vídeo y la fotografía. Una selección de sus piezas se mostró en el Marco. En Sirvent se une el perfil de consumidor de arte con el mecenas de nuevos creadores con iniciativas como la creación del Premio Adquisición Sirvent en la desaparecida feria de arte Espacio Atlántico, con la que se comprometía a la compra de una obra. Precisamente, la falta de ese apoyo en las instituciones es una de las causas que señalan los críticos y galeristas de la caída del coleccionismo, así como la reducción del mercado del arte. Un ejemplo son las compras de obra que  las entidades financieras redujeron drásticamente con la llegada de la recesión.
Otra consecuencia de la crisis es el cambio en las galerías de arte. El mercado más experimental y conceptual se ha reducido drásticamente en Vigo. Galerías como Ad hoc o Bacelos cerraron, mientras PM-8 prima el comercio en red, frente al del local. “Frente a la especularización de las grandes ferias de arte, la galería es vital en la creación de estructuras y sinergias, en la visibilización de los artistas locales y en la mediación entre unos y otros”, recogió María Marco en sus conclusiones de las jornadas de “Coleccionismo y Arte Contemporáneo”, que programó en Lab_in y en las que puntualizó: “El coleccionismo es el símbolo de la fortaleza de un país y la compra es el mayor compromiso que uno puede tener con la cultura”.

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