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Los ‘coidadores’ regresan con el objetivo de duplicar su labor

Loli y Manuel, del programa “Coidadores de barrio”, durante una patrulla. Sobre estas líneas, otro empleado, Fran, lleva medicinas a una vivienda.
photo_camera Loli y Manuel, del programa “Coidadores de barrio”, durante una patrulla.

El año pasado firmaron seiscientas intervenciones pero ahora son más y en más zonas

“Los vi en la calle. Se acercaron y me  hablaron y así empezó todo”, relata Marisa, una de las personas a las que los Coidadores de Barrio acompañan con frecuencia en el barrio del Calvario. A sus 77 años, vive sola y su única hija está en Ponteareas aunque esta temporada le hace compañía una nieta “que se está sacando el carné de conducir”.  
Ella es una de las muchas usuarias que ya utilizaban el servicio el año pasado, antes de su cancelación. Ahora, tras reanudarse el día 1 de julio, tanto los beneficiarios como los trabajadores celebran la promesa del alcalde de que tendrá continuidad. Calvario es un territorio al que los ‘coidadores’ llegaron  el año pasado y aunque la acogida este verano está siendo algo más cálida que entonces todavía está lejos del recibimiento “con los brazos abiertos” que recibieron de los vecinos del Casco Vello. 
La apuesta de este año de los Coidadores de Barrio, con medio centenar de trabajadores, es muy ambiciosa ya que además del Casco Vello y el Calvario se abrirán rutas en Teis, As Travesas y Bouzas. El año pasado se realizaron alrededor de seiscientas intervenciones en los dos primeros y, con la ampliación en personal y en barrios el objetivo será, como mínimo, duplicarlos en el mismo periodo de tiempo. 
“Al principio cuesta un poco contactar con la gente porque de entrada todos desconfían, y más siendo personas mayores que tienen miedo a ser engañadas”, explica Cristina, la coordinadora del servicio en el Calvario, con seis trabajadores, que señala que es un trabajo bonito pero también muy duro. “Nunca sabes a lo que te vas a enfrentar. Antes trabajé con mujeres maltratadas pero esto es muy diferente, con personas muy enfermas, con problemas de salud pero también económicos. Algunos con la casa llena de basura y con problemas graves de higiene y otros con la nevera vacía porque no tienen dinero para comprar”, relata Cristina, que añade que “todos tienen en común que viven solos y, a la mayoría, les da vergüenza que sepan de sus problemas”. Además, muchos no se creen que sea un servicio gratuito, que este año recibe una aportación municipal de 54.000 euros que gestiona Érguete. 
“Es reconfortante porque es como hacer la buena acción del día, trabajando”, añade Manuel, uno de los ‘coidadores’ más jóvenes pero que repite experiencia del año pasado tras contactar con la fundación y participar en algunos de sus programas.
Loli, por su parte, es de las nuevas pero también está “curada de espanto” porque trabajó antes en un geriátrico aunque algunos casos son de personas más jóvenes que no pueden valerse por sí mismas.
Una parte de la jornada, por ahora parcial en turnos de mañana y tarde, se dedica a los usuarios ya conocidos pero la mayor parte se centra en recorrer las calles buscando personas que necesitan atención pero que no la piden a los servicios sociales. Con éstos, no obstante, también se trabaja mano a mano y también con las asociaciones o centros de salud. “La mayoría de la gente que encontramos es de casualidad, porque vamos con el ojo avizor todo el día buscándolos”, remarca Cristina.n

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