DÍA MUNDIAL DEL SÍNDROME DE DOWN

Dos chicas que rompen barreras

Sara Abalde y Clara Gutiérrez hablaron de su experiencia.
photo_camera Sara Abalde y Clara Gutiérrez hablaron de su experiencia.

Sara Abalde, estudiante en Magisterio con el programa Alida y Clara Gutiérrez, participante en el Promentor y trabajadora en  Prodis, contaron sus experiencias en la jornada técnica en la sede de Afundación

Sara Abalde tiene 23 años. Vive en Redondela y acude a clases en la Escuela de Magisterio, dentro del programa de integración Alida. Clara Gutiérrez, con 27 años, reside en Madrid con su familia, aunque es natural de Córdoba. Trabaja como administrativa para una mutua a través de la Fundación Prodis. Las dos tienen síndrome de Down. Ayer, en el Día Mundial del Síndrome de Down, subieron a la tarima de la sala de conferencias de Afundación para contar sus experiencias, conscientes de que son un referente para muchos, tal y como declararon a Atlántico. 
“Yo quiero ser un ejemplo para mis dos hermanos pequeños”, puntualizó Sara, quien acudió al acto con sus abuelos. Completamente disciplinada, la redondelana comienza su jornada a las siete de la mañana. Tiene media hora para ir a desayunar y después coger el autobús que la llevará a sus clases en la Escuela de Magisterio. “Es una experiencia muy bonita, mis compañeros me tratan muy bien y se preocupan por mí”, afirma. Su profesora, Julia Criado del Rey, hace dos años que imparte clase a Sara y a otros once chicos más con Down, junto al resto de los alumnos: “Les estamos muy agradecidos porque desde que han llegado, nuestra asignatura (Inclusión y atención a la diversidad) adquirió sentido”, aseguró Julia.
El inglés y las matemáticas son el particular caballo de batalla de Sara, que según su abuela, siempre está estudiando. Su objetivo es ser secretaria y ayudar a su madrina en el trabajo: “Yo siempre estoy motivada, desde que nací”, afirma. En su intervención, Sara estuvo arropada por compañeros, amigos y profesores en la Escuela de Magisterio CEU San Pablo.
Carla ya ha conseguido dar el salto al mundo laboral. “Ahora lo 
importante es mantenerlo”, le aconseja Lola Izuzquiza, directora de la Cátedra de patrocinio de Prodis y docente en su formación. “Supuso un gran cambio para mí, lo más duro fue pasar de algo positivo que surgió de algo muy negativo; yo entré en la Universidad con miedo a que volviesen a hacer bulling, comenzar aquí fue un alivio para mí la notar el cariño, pero me costó llegar a tener la confianza en mis compañeros”. 
Valora su situación como “un sueño, un logro personal”. Para ella, lo más positivo de trabajar es haberse convertido en una más de la sociedad “como la gente normal”, ser autónoma y “poner hacer algo que me gusta”. Con su experiencia tanto en los estudios como en el campo laboral, Clara busca ayudar a los demás: “Quiero aportar cosas positivas y ser yo como soy, para mí ese es mi mayor logro”. Al ser preguntada sobre sus asignaturas preferidas, lo tiene claro: Inteligencia emocional y el desarrollo de los valores: “Hasta entonces  no tenía ni idea de lo que era un valor, en estas clases aprendí a ser persona y lo agradezco infinito”, desveló Clara, dirigiéndose a Izuzquiza.
Aunque tiene una agenda muy apretada entre el trabajo y la formación, también le dedica tiempo al ocio: “Lo más difícil es conseguir ponernos de acuerdo entre todos en qué hacer, pero me gusta hacer las mismas cosas que a todo el mundo”.
Cuando habla de futuro, Clara se pone más seria: “Espero tener lo mismo que quiere una persona normal, independizarme y vivir de mi trabajo”.n

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