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‘El cáncer fue como un tsunami’

Beatriz, con su hijo Rodrigo, en la charlas organizadas por la Federación Olívica de Padres.
photo_camera Beatriz, con su hijo Rodrigo, en la charlas organizadas por la Federación Olívica de Padres.

Beatriz Rouco explica su dura lucha contra la leucemia con el apoyo familiar, cómo le llevó a perder el trabajo  y a encontrar trabas para lograr su incapacidad como un juez que dijo que “no estaba suficientemente enferma”.
 

 “Hace tres años me detectaron leucemia en un análisis rutinario de sangre. Fue un tsunami en mi vida, pasé de tener un trabajo estable y una vida familiar normal  a tener que luchar contra esta enfermedad y contra el sistema”. Es el testimonio de Beatriz Rouco, una vecina de Baiona que participó esta semana en un encuentro organizado por Foanpas y por la activista Beatriz Figueroa con motivo del Día Mundial contra el Cáncer.
El shock que le produjo saber que tenía una leucemia promielocítica aguda, ahora por suerte ya controlada, le provocó dos isquemias cerebrales. Todo empezó por un análisis de sangre que se había hecho en el centro de salud. El médico de cabecera la llamó y le dijo que tenía que ir al hospital, donde le hicieron unas pruebas y ya quedó ingresada. La enfermedad le llevó a varios ingresos hospitalarios y a un tratamiento con quimioterapia muy duro que le dejaba sin fuerzas, aunque para ella lo peor fue perder el pelo “me lo cuidaba mucho, tenía un pelo rubio natural precioso, pero me aconsejaron cortármelo para no tener que ver cómo me caía en la almohada. Ahora me ha vuelto a crecer”. 
Beatriz tuvo el apoyo de su marido y de su familia, del colegio Cova Terreña para que su hijo, entonces de 10 años, no sufriera y llevase una vida normal (“no queríamos que sus compañeros le dijesen que su madre se iba a morir”), y descubrió que simples conocidos estaban ahí cuando ella lo necesitaba y algunos que consideraba amigos le daban la espalda. En casa hablan de cáncer con naturalidad porque “es una enfermedad como otras que puede afectar a cualquiera”. Desde el primer momento su hijo la consolaba y le decía que se iba a poner bien. Ahora tiene 13 años y como todos en casa cada vez que sale una noticia sobre alguien con cáncer tienen una especial sensibilidad, “lo ves con otros ojos”.
Además de luchar contra la leucemia, Beatriz se encontró con otros problemas derivados de su enfermedad. Trabajaba en una asesoría y el tratamiento le obligaba a estar de baja largas temporadas. “El médico me daba la baja y la Inspección me llamaba cada dos por tres como si fuera un delincuente”.  Reconoce que dejó de ser productiva para la empresa debido a la leucemia. Al final la despidieron. Tiene otras batallas pendientes, porque solicitó su incapacidad y un juez “dijo que yo no estaba suficientemente enferma para incapacitarme”. Asegura que seguirá luchando para conseguirlo “hasta la última gota de sangre porque es también la vida de mi familia”. En su caso tuvo la suerte de que su marido trabaja. “Otras personas no tienen a nadie y tienen que pagarse los medicamentos del tratamiento que son caros”.
Si le piden un consejo para una persona que de pronto reciba la noticia de que tiene cáncer, afirma que “hay que ser muy fuerte, yo no lo fui porque para mí psicológicamente fue brutal, para mí y para mi familia. Vi cómo se me rompía la vida y fue difícil aceptarlo, pero con la medicación puedes seguir adelante”. Añade que además de la enfermedad, perdió el trabajo, encontró trabas, descubrió quienes eran sus verdaderos amigos. “No es solo la parte física, sufres psíquicamente, pero hay que luchar hasta el final porque para esta enfermedad no se va a encontrar cura tan  fácilmente”. 
 

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