La última ruta jacobea en hacerse oficial ha comenzado a crecer. Los peregrinos demandan señalización y albergues
nnn Cada vez resulta más habitual encontrarse a grupos de peregrinos caminando por la carretera de Camposancos, que une A Guarda con Vigo y que está marcada como el tramo principal del Camino Portugués de la Costa, la última ruta jacobea en hacerse oficial. Entre los muchos que lo recorren, ayer cinco amigos de Puerto Rico. Aseguran que eligieron el Camino de la Costa “porque parecía el más bonito de todos, y lo es de verdad”. Comenzaron el viaje en Portugal y para los 150 kilómetros han decidido realizar nueve etapas, cumpliendo las paradas. Cruzaron el Miño en el ferry de Caminha y desde ahí tomaron la ruta que pasa por A Guarda, O Rosal, Oia, Baiona, Nigrán y Vigo. En Santa María pudieron conocer el monasterio, que les dejó impresionados por su historia, volumen y construcción. Dos de los peregrinos son ingenieros y se maravillaron con el complejo. Ayer tocaba llegar a Vigo y descansar. Lamentaban que no había ningún albergue disponible en la ciudad y tuvieron que coger un hotel en el centro. El albergue fue anunciado por la Xunta y se abrirá en un edificio del Casco Vello, cerca del Berbés, aunque no está disponible. Otra posibilidad pasa por utilizar el faro de Silleiro, una idea que maneja Puertos y que la Autoridad Portuaria respalda.
También se quejan de la señalización del Camino Portugués y que en Vigo no sabían por donde cruzar, aunque seguramente lo harían cerca de la línea del mar. Tras Vigo irán a Redondela, al Albergue Casa da Torre, donde confluyen los caminantes de las dos rutas portuguesas, la costera y la interior, que se inicia por Tui y bordea Mos y Vigo. Esta última se ha convertido ya en la segunda con más usuarios, en torno al 25 por ciento del total de los peregrinos que sellan la Compostela. La costera es ahora mismo la menos transitada; en 2016 apenas medio millar de personas pero tras el respaldo oficial en este 2017 se ha espera multiplicar la cifra hasta por diez. n
