Marta Paz, una de las mujeres que recibían la denominación de bastón en la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, y que llegó a ser detenida y después exculpada, proclamó ayer en el juicio la inocencia del líder, Miguel Rosendo, y negó todas las acusaciones: "Éramos felicísimas. Nos han querido robar esa felicidad con historias de terror".
"Ni fuimos pseudo-monjas, ni pseudo-orden, ni yo me disfrazaba, preguntábamos para tener la confirmación de que podíamos vestir hábitos", agregó, tras interrumpir brevemente su declaración entre lágrimas. Así se pronunció ayer en en la sexta jornada del juicio por esta causa, que se celebra en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra.
Acerca del líder, en respuesta al fiscal sobre las reliquias que recogían (pelo, uñas y otros efectos), apuntó que "los sacerdotes que pasaban" por la Orden "lo aconsejaban" aunque a él "no le gustaba nada" porque se consideraba "una persona normal".
No obstante, aclaró que para ella "no era una persona cualquiera": "Es una persona con carisma, que llevaba la fe como respirar, pero trabaja como todos".
Al respecto de los trabajos que dos acusados-víctimas (en la causa tienen la doble posición de acusados y perjudicados) han vinculado a relaciones sexuales entre el líder y mujeres de la Orden, Paz negó dichos actos y mantuvo que esos trabajos consistían en "rezar". Asimismo, rechazó que hablase de `limpiezas espirituales` ni que les hiciese tocamientos o las besase en la boca.
En cuanto al nombre con el que se refería a Miguel Rosendo, manifestó que ella "le llamaba Toto, pero no padre", porque no le salía, a pesar de que, recalcó, "Isaac de Vega quería que sí, porque (Rosendo) era el padre fundador de la Orden". Con todo, recordó que sí considera a Rosendo "padre de esta obra, de este carisma; lo que no quiere decir" que supla a sus padres.
Marta Paz se refirió también a la discusión que presenció, junto a la consagrada Sandra L., entre el acusado-víctima Esteban R.M. Rosendo. Sobre este encuentro, Esteban sostuvo que el líder le llegó a reconocer las relaciones sexuales y acto seguido él y Sandra se fueron de la Orden, algo que ella negó.n