El testimonio de un toxicómano revela que el emblemático edificio abandonado, que podría ser derribado a final de año, servía de lugar para consumo tras adquirir las dosis
En los trece años que lleva abandonado el antiguo asilo de Pi y Margall, el edificio ha sufrido un importante deterioro y ha sido utilizado no sólo para dar cobijo a personas sin techo (llegó a tener hasta más de una veintena de ‘okupas’) sino también como lugar de consumo de toxicómanos tras adquirir sus dosis en el Casco Vello. Así lo reveló ayer una persona en proceso de deshabituación de las drogas tras declarar como testigo en un juicio por venta de estupefacientes.
Su relato puso de manifiesto que el inmueble había servido, hasta que se prohibió su acceso hace sólo un par de meses, como una de las ‘narcosalas’ del centro de la ciudad, donde poder consumir bajo techo y sin riesgo a ser vistos, como sucede en otras zonas cercanas del entorno del Castillo de San Sebastián, de forma inmediata una vez realizada la compra.
El acceso al edificio quedó prohibido por motivos de seguridad a la espera de que llegue su demolición que la Concellería de Urbanismo prevé a corto plazo, antes de que finalice el año. Este derribo llevará aparejado medidas para salvaguardar distintos elementos catalogados por Patrimonio, entre ellos la propia fachada del antiguo asilo.
El inmueble se encuentra en un estado ruinoso con acumulación de basura y desperdicio en su interior desde que dejó de tener actividad.n
