Tres nuevas mujeres integran el grupo que baila a modo de despedida a la llegada de la imagen a la Porta doSol
A la llegada de la imagen a la Porta do Sol, seis mujeres ofrecerán una danza procesional a modo de despedida. Apenas durará unos minutos, pero detrás de esa coreografía hay meses de ensayo y esfuerzo.
Maite, Carmen e Isabel bailarán por cuarto año consecutivo ante el Cristo de la Victoria. “La idea surgió a raíz de las danzas que les ofrecen los grupos portugueses a la Virgen de Fátima, si ellos lo hacen, ¿por qué nosotros no?”, comenta Maite, asidua a la procesión.
Con 45 años, Maite acompaña al Cristo desde niña. Desde los 13 años acude ataviada con el traje gallego: “Al morir mi abuelo, le hice una promesa al Santísimo y no he faltado ni una vez”, confiesa.
Las tres mujeres comparten otra pasión: el folclore gallego. Maite forma parte del grupo de baile tradicional Andarela y Carmen es integrante de Asubío. Isabel tuvo que dejar esta afición por las exigencias de su trabajo en Pontevedra. Consideraron que la mejor manera de rendir homenaje al Cristo de la Victoria era a través de algo que les emocionase de verdad. Así comenzó una iniciativa que ya ha calado entre los fieles. Al llegar a la Porta do Sol, la procesión hace un alto para proceder a la despedida con la ofrenda floral. Una jota valseada pone el broche de oro a la ceremonia. Una pieza lenta, interpretada con la vestimenta de las danzas procesionales similar a las Damas de Cobres: enaguas, mantón, mandil y gorro con flores.
Este año cuenta con tres incorporaciones: “Son mujeres mayores que sienten el baile y quisieron también ofrecérselo al Cristo”, indica Maite. Las nuevas integrantes obligaron a suavizar los punteos y a adaptar la coreografía. Con la cuenta atrás iniciada, compaginan trabajos con ensayos en la casa parroquial para ultimar los detalles. Ayer, Carmen fijaba las melodías con el gaiteiro que las acompañará en su actuación. Los nervios ya se dejan notar. n
