En 2011 técnicos de la comisión territorial de Patrimonio de la Xunta decidieron la regulación de la antigua parada del tranvía de Canido de cara a la protección de los elementos individualizados y la regulación del ámbito.
Desde entonces, poco o nada se ha avanzado y aunque se ha paralizado desde entonces la demolición para levantar en su lugar un grupo de viviendas y apartamentos, la ruina cerca a la pequeña parada del tranvía entre Vigo y Baiona. Hasta ahora, en que la asociación de vecinos de Oia ha presentado un escrito en la Gerencia de Urbanismo instando a tomar medidas urgentes. La más importante es que se consolide el suelo como público, descartándose definitivamente su derribo para usos residenciales. Además, reclaman que el Concello se dirija a sus propietarios a que mantenga la edificación en condiciones. Desde hace al menos siete años la antigua estación está vallada para evitar desprendimientos y daños a los vecinos. Los vecinos de San Miguel de Oia señalan que insistirán en que logre la máxima protección y que se ahuyente así definitivamente la demolición, y al contrario, se pongan en marcha acciones para su conservación en las mejores condiciones.
Canido es uno de los escasos vestigios de la línea de tranvía que enlazaba Vigo con Baiona y Gondomar cuya entrada en servicio se produjo en 1939, desapareciendo sesenta años más tarde. Otro edificio similar se encuentra en Coruxo, en mejores condiciones.
Esta estación intermedia, denominada técnicamente Oia-Toralla, a seis kilómetros de la Florida, se hizo parar dar servicio a la importante parroquia del primer nombre y a las fábricas de cordelería y salazón situadas en el barrio. Se trata de un inmueble de menos de cien metros cuadrados "con un aire algo incoherente, como de cuento suizo", dice la descripción.