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Amnistía trajo a Vigo los homicidios en favelas de Brasil

Ana Paula Oliveira es pedagoga, ama de casa y madre de tres hijos en una favela brasileña.
photo_camera Ana Paula Oliveira es pedagoga, ama de casa y madre de tres hijos en una favela brasileña.

Una madre relata el caso de su hijo en un país en el que el 15% de las muertes se deben a la  Policía

Johnathan, un joven negro de la favela de Manguinhos, murió a los 19 años de un tiro en la espalda de la Policía Militar de Brasil el 14 de mayo de 2014. Venía de dejar a su novia en casa y lo tirotearon sin motivo. El policía que lo mató estaba involucrado en otros tres homicidios y dos tentativas, pero nunca fue condenado. La madre del joven asesinado, Ana Paula Oliveira, ofreció ayer por la tarde en Vigo un relato desgarrador  de estos hechos, de cómo la Policía intentó en un primer momento decir que fue en defensa propia (los testigos lo desmintieron)  y de la realidad de las favelas, invitada por Amnistía Internacional. 
La charla, que se celebró en la sala de conferencias de Afundación, contó también con la participación de la investigadora y asesora de derechos humanos Renata Neder, coordinadora del informe “Mataste a mi hijo: Homicidios cometidos por la Policía Militar”.  Hoy el caso de Johnathan está en los  juzgados . Ana Paula asegura que tiene esperanza en la Justicia y que “es lo que me mantiene en pie para que yo consiga sobrevivir sin mi hijo y es lo mínimo que un Estado pude dar como respuesta a los ciudadanos”.
Renata Neder explica que en diez años la Policía Militar mató a  casi 8.500 personas en operaciones policiales en Brasil, 580 el año pasado, y que estos casos casi nunca son investigados y llevados a juicio. “Para lograr que estos casos queden en la impunidad,  sacan el cuerpo del sitio del crimen para que no se pueda investigar, colocan armas o drogas junto al cuerpo de las víctimas para criminalizarlos y hacer ver que fue en legítima defensa, y amenazan a familias y vecinos”, según asegura. Un 15% de los homicidios en Río de Janeiro son cometidos por policías, que son los que deberían garantizar el derecho a la vida. En cuanto al perfil de las víctimas, suelen ser jóvenes negros de sexo masculino que viven en favelas o zonas marginales de la ciudad, y la sociedad no se involucra porque hay estereotipos negativos asociados a estas personas y porque “ven las favelas como áreas de excepción donde el Estado democrático de derechos no vale”.
Preguntada por las causas de esta brutalidad policial, Renata Neder explica que las estructuras policiales de Brasil nunca fueron reformadas tras la dictadura, que están altamente militarizadas y en su origen tenían un carácter represor. También dice que la Seguridad Pública en Brasil está más volcada a la guerra contra las drogas que a estos casos o a la violencia de género, a pesar de que tiene el mayor número de homicidios del mundo (56.000) de los que solo entre el 5% y el 8% son llevados a juicio. Brasil tiene la cuarta población carcelaria más alta del mundo, tras China, Rusia y EEUU, pero la mayoría por robos y drogas no por homicidios.
 

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