JUICIO POR LA AGRESIÓN AL CURA DE SANTA RITA

Un acusado alega ser creyente y el otro dice que sólo se confesó

Los acusados, ayer, en el banquillo de la sección quinta de la Audiencia en Vigo.
photo_camera Los acusados, ayer, en el banquillo de la sección quinta de la Audiencia en Vigo.

Pedro Yago.S.P, de 21 años, y Alison Lucas B. R. de 19 años se desvincularon ayer del brutal asalto al párroco de Santa Rita tras caer en contradicciones durante el juicio

 Ninguno de los dos jóvenes acusados de atracar y propinar una paliza al octogenario cura de Santa Rita, en octubre del año pasado, fue capaz de ofrecer ayer un testimonio coherente a pesar de negar los hechos. Ambos, que se enfrentan a penas de 15 años de prisión, cayeron en varias contradicciones durante la primera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia en Vigo e incluso aludieron a sus creencias religiosas para argumentar su inocencia.
Pedro Yago .S.P., quien el día anterior había asumido dos años de cárcel por un robo en un clínica de la ciudad,  afirmó “yo estoy tranquilo, no he pegado al cura, soy creyente y mi madre también”, mientras que su compañero, Alison Lucas B.R. acababa reconociendo que ese día fue a la iglesia pero sólo a confesarse.
Aunque durante su primera declaración en el juzgado de Instrucción, Pedro Yago S.P. culpó a su compañero de los hechos, ayer se desdijo y aseguró que “en ese momento no estábamos bien, me controlaba la cocaína y yo quería zafar”. Sin embargo, añadió que  en el tiempo en el que lleva en prisión se ha dado cuenta de que “las cosas hay que hacerlas bien y que hay que ir con la verdad por delante”. 
De esta forma, en su nueva declaración argumentó que  el 8 de octubre de 2016, cuando se produjo el asalto, fue a cambiar 300 euros en monedas a la iglesia , lo hizo temprano  y después se fue a una cancha en el Calvario donde suelen reunirse jóvenes. “Yo comenté que en la iglesia había dinero y lo hice delante de unas treinta personas, pudo ser cualquiera de ella, porque todos se dedicaban a buscarse la vida”, dijo.
Aseguró que no se acuerda a qué hora acudió a la cancha y comentó que después cogió un taxi. Afirmó que llevaba una bolsa con ropa que le había dejado su madre en un bar para llevarla a casa porque estaban de mudanza. “Cuando iba en el taxi me encontré a Alison y le llevé, luego estuvimos toda la tarde jugando a la Play, no entramos juntos en la iglesia”, declaró.
Los mayores problemas se presentaron a la hora de responder a preguntas concretas sobre su ropa o sobre la caja de caudales que la Policía  encontró en su casa, así como las imágenes que fueron grabadas de ellos dos de las cámaras de vigilancia de la zona  y en las que se reconoció de forma intermitente (al principio sí y después no).
Respecto a la gorra roja que llevaba el día de los hechos,  no recordaba si llevaba gorra  aunque  sí admitió tener una porque “todo el mundo tiene una gorra roja”, aunque en su anterior declaración lo hubiera negado. Insistió en que el cura era su amigo y que tenía varias cajas de caudales en casa,  pero que “eran de los chinos”.
Preguntado por la fiscal sobre cómo sabía tantos detalles de lo que le ocurrió al sacerdote ante la Policía, argumentó que “los datos los saqué de mi mente”. 
Por su parte, Alison Lucas B.R. aseguró en un primer momento que nunca había entrado en esa iglesia y que no conocía al párroco pero terminó  admitiendo que el día de los hechos fue al templo para confesarse.  Relató que volvía de la estación de dejar a su novia cuando  Pedro Yago, su amigo, “paró el taxi en el que iba para que me montara” y que después “se fueron a la cancha”. Afirmó desconocer el porqué su amigo le había incriminado al principio pero que “no participé en el atraco”.

La familia de la víctima: “Es un santo en vida, ya les ha perdonado"

  La hermana y el primo de don Antonio Rodriguez, de 82 años, acudieron ayer a la primera sesión del juicio. La primera, de 87 años, como testigo y ante la ausencia de su hermano que se encuentra prácticamente incapacitado. Pilar relató las gravísimas secuelas que padece su hermano a raíz de la paliza, “tiene una sonda para comer, apenas se mueve y hay que estar todo el día con él para evitar que se ahogue porque tiene muchas flemas”. Esta mujer relató que el día de los hechos, Antonio llegó a casa, con “marcas en el pómulo y la nariz, tenía como la sien hundida, pensé que era un accidente pero me dijo que le pegaron y que creyó que le iban a matar”. El primo del sacerdote, Juan Suárez, agradeció ayer la labor realizada en la investigación por el suceso y aunque pidió justicia aseguró que su tío “ya les ha perdonado”. Aseguró que “con toda una vida dedicada a Dios, cree en la redención, es un santo en vida”. Insistió además en que “lo que le pasó fue precisamente por ayudar al prójimo, porque acogía a cualquier necesitado”.n

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