Sociedad

Un sensor gigante rastrea en Italia las señales del universo

Un científico, durante una de las fases de experimentación del proyecto norteamericano Ligo.
photo_camera Un científico, durante una de las fases de experimentación del proyecto norteamericano Ligo.

El proyecto Virgo busca analiza las ondas gravitacionales para desvelar los secretos del cosmos

n n n  En el corazón de Italia hay un sensor gigante capaz de "oír" las señales que llegan de los confines inconmensurables del universo: es el proyecto Virgo, que busca ondas gravitacionales para desvelar los fascinantes secretos del cosmos.
El experimento está en una explanada entre las colinas de la Toscana, cerca del municipio de Cascina (centro), y su misión es detectar las ondas gravitacionales predichas por Einstein en su "Teoría de la Relatividad General" (1915). Se trata de una especie de olas que surgen de eventos como el choque de objetos extraordinariamente masivos como dos agujeros negros: estos giran hasta colisionar, provocando la emisión de ondas que se propagan como cuando se arroja una piedra al agua, pero esta vez por el espacio-tiempo, encogiéndolo y alargándolo.
La teoría, discutida por muchos, estaba asentada pero faltaba una prueba, que ha tardado nada más y nada menos que un siglo en llegar. Y ha requerido la construcción de tres grandes, costosos y sofisticados sensores: dos en Estados Unidos, conocidos como Ligo, y otro en Italia denominado Virgo, del consorcio franco-italiano Observatorio Europeo Gravitatorio, en el que colaboran científicos de España, Holanda, Polonia y Hungría.
Desde el cielo, Virgo similar a los otros, tiene forma de L: está conformado por dos galerías perpendiculares de tres kilómetros de longitud que se unen en un edificio, creando un ángulo recto.

juego de espejos
Dentro de esa instalación, un potente láser proyecta su haz de luz hacia dos espejos situados en el fondo de dos tubos que recorren el interior de dichas galerías, sometidos al vacío para que la trayectoria y precisión del rayo sea imperturbable. En el edificio, además del láser, ha sido instalado un preciso juego de prismas y espejos para dirigir el rayo, suspendidos a su vez con una serie de péndulos para evitar el "ruido". Es decir, cualquier fenómeno que pueda alterar el suelo y el sensor, de una sensibilidad tan increíble que puede detectar un seísmo en Japón, explicó ayer la experta española Julia Casanueva, encargada de controlar los espejos. Así cuando una onda atraviesa la Tierra deforma su espacio produciendo una variación menor a un núcleo atómico, imperceptible al ojo humano. 
Las ondas gravitacionales son un hecho. Fueron detectadas por primera vez en septiembre de 2015 por Ligo y su hallazgo ha sido considerado el inicio de una nueva era para la astrofísica, por lo que fue premiado con el Nobel de Física y el Princesa de Asturias. 
Tradicionalmente la astronomía ha conocido por la luz lo que ocurría en el espacio, destellos de lejanos nuevos mundos, pero ahora estas "olas" aportan una información complementaria. "Antes teníamos ojos y ahora tenemos oídos", explica Alejandro Torres-Forné, astrofísico del Grupo de Valencia en Virgo. Y es que el fenómeno que provocó la detección de estas ondas fue la fusión de dos agujeros negros, un fenómeno que no genera luz por lo que solo puede apreciarse mediante estas olas cósmicas.n

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