Sociedad

Memoria de las noches de verano de 1983

miguel rios
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35 años ya... un viaje en el túnel del tiempo que nos lleva a una España obviamente muy distinta a la de hoy. En la primavera de 1983 todavía se vivía de la ilusión y de la esperanza que amplias capas de la sociedad habían puesto en el cambio político que se produjo en octubre de 1982 con la histórica victoria electoral del PSOE, y lo cierto es que más allá de que políticamente muy pronto toda aquella esperanza se desvaneciera, en ese momento sí que se notaba que al menos a nivel social y cultural, había cosas que estaban cambiando. 
1983 se recordaría como el año en el que en Madrid y Galicia sus respectivas “movidas” alcanzarán quizá el punto culminante de su popularidad y su visibilidad, que en gran parte se tradujo en un fenómeno musical totalmente revolucionario para la época, como fue la eclosión de multitud de sellos independientes que aplicando la filosofía punk del “Do it yourself” (Gasa, Dro, Flush, etc.) sacaron a la luz centenares de propuestas musicales a cual más innovadora y rompedora: de Derribos Arias a Siniestro Total, pasando por PVP, la U.V.I, La Broma de Satán o muchísimas más aventuras, que se veían reflejadas en los programas de Radio 3, en películas como “Entre Tinieblas” de Pedro Almodóvar, en la mítica “La edad de oro” de Paloma Chamorro en La 2 de TVE y hasta en el efímero “Caja de Ritmos” de Carlos Tena también en TVE, que fue fulminado tras la controversia que determinados medios de prensa con el apoyo de algunos grupos políticos promovieron tras la “escandalosa” actuación de Las Vulpess y su inolvidable “Me gusta ser una zorra”. 

una noche de verano
Pero hace 35 años, a finales de mayo de 1983, se iba a producir otro acontecimiento que marcaría además, al menos en mi criterio el momento culmen de la popularidad, credibilidad, solvencia artística y capacidad de convocatoria de uno de los nombres más representativos de la música española, y más concretamente, del rock. La edición del álbum de Miguel Ríos “El Rock de una noche de verano” y la espectacular gira que aquel verano Miguel organizó para defender aquel disco en los escenarios de la práctica totalidad del estado español. 
En 1982 Miguel Ríos había sido por definición el gran suceso del rock español, quizá en dura pugna con aquellos demoledores Barón Rojo del millonario álbum 'Volumen Brutal' merced a la grabación del magnífico disco en directo “Rock And Ríos” los días 4 y 5 de marzo de aquel año en el y desaparecido Pabellón de Deportes del Real Madrid. La gira de presentación de aquel disco tuvo a nuestro hombre en gira desde mayo a octubre de 1982 en un tour que como él bien dijo en varias entrevistas, fue tan intenso, tan cargado de emociones, sensaciones, experiencias vividas cada noche de aquel verano del 82, y sobre todo, tan palpable en el ambiente como ese cambio que estaba a punto de llegar era algo que se podía respirar cada noche y que se esperaba con tal ilusión, que inspiró una letra, una canción y un disco completo, que obviamente solo podía llamarse de una forma: “El rock de una noche de verano”. 
Este álbum se grabó en enero y febrero de 1983 entre los estudios Eurosonic de Madrid y los Conny‘s Studios de Colonia, Alemania, con la producción de Carlos Narea y Tato Gómez junto al propio Miguel, con la inestimable ayuda como ingeniero de sonido del veterano Dave Hutchins.  Ambiciosísimo proyecto, concebido bajo la presión de mantener el status de liderazgo que Miguel Ríos había logrado con el disco y la gira de 1982, con lo cual además de rodearse de un personal técnico de primerísima categoría, Miguel contó como co-escritores con gente cuyo nombre en modo alguno pasa inadvertido a quien conozca mínimamente la historia del rock español e internacional: Bryan Ferry de Roxy Music, Roque Narvaja (“En la cola del Milenio”), Salvador Domínguez, Joaquín Sabina (“Madrid 1983”), Ramoncín (“Anti-Nuclear”) o por supuesto nuestro Xaime Noguerol en “La señal”. Todo ello dio como resultado un disco de una factura impecable, con un sonido plenamente internacional para aquella época, una producción excelente y sobre todo una canción que como muy pocas, quizá como ninguna, supo reflejar lo que se vivía en la España de 1982. “En la movida del verano del 82 / la basca fue la estrella del Estado español / la juventud inventó  su rito y su grito / era el rock de una noche de verano / fuisteis la razón / el viento del cambio / sois el rock de una noche de verano”. 
Entre el 30 de junio y el 5 de septiembre de 1983 la gira “El Rock de una noche de verano” recorrió 33 ciudades españolas en un espectáculo que superó con mucho tanto las míticas giras de “La Noche Roja” de 1978 y la del “Rock And Ríos”. Se llevó a cabo en estadios de fútbol con un equipo técnico fijo para cada noche de 132 personas, lanzamiento de láser, fuegos artificiales, un show de motoristas acrobáticos llamados los Bordini y las actuaciones como teloneros por un lado de una casi adolescente Luz Casal, que acababa de debutar discográficamente con su primer disco el otoño anterior y de una de las leyendas vivas del rock español de aquel momento, Leño. 
Aquel impresionante montaje pudo llevarse a cabo gracias al apoyo publicitario y el patrocinio de la empresa de refrescos Kas y una importante ayuda en forma de gestiones políticas con los ayuntamientos y los clubes de fútbol del Ministerio de Cultura, con unas cifras que se elevaban a este montante, según se reflejó en la prensa de la época: 250 millones de pesetas de gasto de toda la gira, más 190 millones de publicidad; 125 personas trabajando en el montaje y organización, que ocupaban 44 habitaciones dobles de hotel cada noche, más otras 2.500 de seguridad entre todas las ciudades donde se celebraba el concierto. El montaje de la gira supuso la contratación de una póliza de seguros valorada en 670 millones de pesetas para responsabilidad civil, 21 millones para daños directos y 5 millones más para seguros de personal. Las entradas tuvieron un precio fijo para toda la gira de 800 pesetas, lo que hoy serían 4,8 euros. 
Cuando desempolvo las viejas carpetas de revistas y periódicos que conservo en mi archivo, llama la atención como desde la prensa rockera y su entorno, la mayoría de las versiones sobre este montaje fueron muy críticas y aún cuando ponían en valor el esfuerzo y la inversión en este gran montaje, se decía que este tipo de shows mataban el espíritu del rock -cosa que no decían cuando en esa misma época montajes como los de Kiss, Rolling Stones o Rod Stewart llegaron a nuestro país- y se criticaba que Miguel Ríos estaba haciendo las actuaciones más cortas que había hecho nunca antes. Cabe recordar incluso que hasta Loquillo criticó abiertamente a Miguel en una canción llamada “No bailes rock‘n‘roll en el Corte Inglés” y que después en declaraciones a la revista Popular 1, señaló que le parecía bochornoso que el Ministerio de Cultura apoyase a alguien que ya no necesitaba de ningún apoyo y que no ayudase para nada a los nuevos grupos. 
Como todos los grandes hitos en el mundo del rock, en muchos aspectos la gira de “El Rock de una noche de verano” significó el momento de mayor éxito y reconocimiento de quienes la protagonizaron, pero también en algunos aspectos, su último gran momento. Luz Casal a partir de aquella gira comenzó una trayectoria musical que la llevó a lo más alto, pero deliberadamente alejada del rock y dentro ya de la música más comercial, de gran calidad, por supuesto, pero fuera del ambiente donde se batió el cobre en sus duros años del comienzo. Leño, que se rompieron abruptamente al terminar aquella gira en octubre de 1983, de hecho se dice que ya estaban rotos y virtualmente separados antes incluso de empezarla. Y en cuanto a Miguel Ríos, su siguiente apuesta, “Rock en el Ruedo” fue un fracaso de tales dimensiones que ya nunca volvió a plantearse montajes de esa envergadura en grandes recintos al aire libre. Por supuesto, su carrera musical se ha mantenido, con algunos lógicos altibajos, en un más que alto nivel, pero... creo que él mismo estaría de acuerdo en admitir que después de “El Rock de una noche de verano”, al menos para su público rockero, ya nada volvió a ser como antes. 
En cualquier caso, 35 años después, volver a escuchar aquella maravillosa canción engendrada en las noches de verano del 82, es una gozada. Sin caer en la nostalgia fácil, vuelvan a escucharla... y regresen a aquella época en la todo estaba por imaginar. 

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