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Crecer en espacios verdes es bueno para el cerebro

Esa exposición está asociada a mayor volumen de materia blanca y gris

 Los niños que se han criado en hogares rodeados de más espacios verdes tienden a presentar mayores volúmenes de materia blanca y gris en ciertas áreas de su cerebro, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), el Hospital del Mar y la UCLA Fielding School de Salud Pública (EEUU). El estudio muestra por primera vez que la exposición a espacios verdes durante la infancia se asocia con cambios estructurales beneficiosos en la anatomía y la función cognitiva del cerebro.
La investigación, liderada por el ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa, se ha hecho con 253 escolares, cuya exposición a lo largo de su vida a espacios verdes se estimó utilizando imágenes vía satélite de todas las direcciones de los participantes desde su nacimiento hasta el momento del estudio. Los investigadores examinaron la anatomía del cerebro por medio de imágenes por resonancia magnética tridimensional (IRM) de alta resolución, y la memoria de trabajo y la falta de atención se evaluaron con tests por ordenador.
El análisis de datos mostró que la exposición prolongada al verdor se asoció positivamente con el volumen de materia blanca y gris en algunas partes del cerebro, las cuales se superpusieron parcialmente con las asociadas a puntuaciones más altas en las pruebas cognitivas.
Además, los volúmenes máximos de materia blanca y gris en las regiones asociadas con la exposición a los espacios verdes predijeron una mejor memoria de trabajo y una menor falta de atención.
Los investigadores ya sabían que el contacto con la naturaleza es esencial para el desarrollo del cerebro en los niños porque un estudio previo hecho con 2.593 escolares de entre 7 y 10 años mostró que en los 12 meses de duración del estudio los escolares de centros con mayor espacio verde al aire libre tuvieron mayor incremento en su memoria de trabajo y mayor reducción en la falta de atención que aquellos que asistían a colegios con menos verdor.
Este estudio también ha confirmado que existe un vínculo evolutivo de los humanos con la naturaleza y demuestra que los espacios verdes proporcionan a los niños oportunidades de restauración psicológica y estimulan ejercicios como el descubrimiento, la creatividad y la asunción de riesgos, lo que a su vez influye positivamente en diferentes aspectos del desarrollo del cerebro.
Los autores coinciden en que se requieren más investigaciones para confirmar los resultados en otras poblaciones, entornos y climas, evaluar otros resultados cognitivos y neurológicos y examinar las diferencias según la naturaleza y la calidad del espacio verde y el acceso y uso de los menores a los mismos.

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