REPORTAJE

La quiebra social de Venezuela y el fracaso del “chavismo"

Una mujer participa durante la concentración en apoyo al Gobierno nacional
photo_camera Una mujer participa durante la concentración en apoyo al Gobierno nacional

Muchos millonarios, anteriores al régimen bolivariano o consecuencia de éste, son chavistas profundos

Es una realidad dolorosa que Venezuela vive una evidente quiebra social. Pero opino que yerra en el análisis que hace de la misma una parte de la izquierda española, como tampoco acierta en las conclusiones que se establecen y las causas que apuntan las verdaderas lo que está ocurriendo en este querido país. Puedo hablar de ello desde la experiencia de lo que he visto y vivido, y veo cada vez que vuelvo, cosa que hago con cierta frecuencia por mis relaciones académicas, especialmente con la Universidad de Carabobo, en la ciudad industrial de Valencia.
Esa quiebra de la sociedad venezolana no se ha producido entre los ricos y los pobres, todo lo contrario. La cosa es más compleja. Muchos millonarios, anteriores al régimen bolivariano o consecuencia de éste, son chavistas profundos, entre otras cosas porque les ha ido bien con el sistema. Pero hay grandes masas de gentes humildes, de gente pobre y modesta, que están en contra de la deriva del llamado “socialismo del siglo XXI”. Y en cuanto a la clase media, simplemente está desapareciendo (en los meses anteriores a su muerte, el mismo Chávez intentó recuperarla y se refería a ella con frecuencia en sus inefables discursos).
Casi es un tópico referirse a los desastres que acumula este país y que no sólo no ha resuelto el régimen bolivariano, sino que ha aportado otros nuevos por su ineficacia y desorden. Hay que estar allí, ver la acumulación de problemas que se suceden sin que, en el mejor de los casos, se tomen medidas paliativas apenas eficaces. Cuando a alguno de mis amigos de la izquierda que defienden el chavismo les hablo de la violencia incontrolada que todos los días diezma la población del país, de los hospitales sin medicinas, de la corrupción, del desabastecimiento de productos básicos (en parte debido a una disparatada política de expropiaciones que convirtió en terrenos yermos e improductivos no pocas granjas, algunas arrebatada a familias de origen gallego que les dedicaron su vida), digo que alguno de estos amigos dicen que la violencia y la corrupción son males endémicos del país, bajo todos sus regímenes. Pero aun admitiendo que eso fuera verdad, ¿qué ha hecho el chavismo para remediarlo? En cierto sentido dos cosas: ha aportado su propia violencia a través de sus milicias armadas, y ha cambiado el signo del expolio de los recursos del país de los que siguen sin beneficiarse amplias capas de la población.
Venezuela ha dejado de producir muchos bienes de consumo, especialmente alimentos, de los que hace tiempo se abastecía y ahora importa. Véanse las propias estadísticas del régimen. El régimen bolivariano ha fracasado en sus objetivos. La inmensa mayoría de los venezolanos viven cada vez peor y los ingentes recursos del país, aparte de estas apoyando a otros estados de su órbita a resolver sus problemas, se dilapidan sin el rendimiento que podría esperarse de una nación especialmente dotada por la naturaleza para proporcionar a su pueblo un digno nivel de vida.
Y lo peor de todo, es que resulta lo más fácil echar la culpa de este desastre a la oposición, a los Estados Unidos, a quien sea, en lugar de reconocer el propio fracaso. O sea, que la mitad de los venezolanos, los estudiantes que salen a la calle todos los días, además de “vende patrias”, de “pitiyaquis”,  son traidores y fascistas y están teledirigidos por la CÍA y el gobierno de los Estados Unidos. Con el viejo lenguaje de los comunicados maoístas, estos días se escriben todo tipo de memorados con ese argumento. Pero eso no cuela. Ya no.
Estos días, se ha aprovechado la aparición en redes sociales de una evidente manipulación intencionada, al publicar diversas imágenes de violencia que no corresponden exactamente a la represión de las autoridades chavistas sobre los oponentes, sino que son imágenes de otros conflictos diversos por todo el mundo. ¿Cuál es el origen de esta manipulación y a quién beneficia? Los servicios de inteligencia cubanos, hoy eficientes asesores de Maduro, saben muy bien del uso de estas técnicas de manipulación, inventadas por Goebbels, y practicadas por los nazis para inventar falsas agresiones en sus fronteras e invadir el país afectado. Desde luego, todo esto es muy raro. La oposición no es idiota y las imágenes reales de lo que pasa en la calle son suficientemente expresivas por sí mismas para tener que recurrir a trucos que la descalificarían.
Pero volvamos a la realidad cotidiana de Venezuela. Desde al presidente Nicolás Maduro se le apareció Chávez en forma de pajarito, los despropósitos del sucesor provocarían la risa si no fueran ten penosas las condiciones de su gobierno. No deja de sonar un poco a chiste que un país que soporta una inflación superior al 56 por ciento anual, cree, entre otros, dentro de su Administración, un viceministerio de “La Felicidad” (el nombre completo es “Suprema Felicidad Social del Pueblo”) idea quizá inspirada por los chinos –quienes por cierto no sólo están comprando parte del territorio de la república bolivariana, sino que cada vez controlan mayores sectores de su economía-. El caso es crear empleo para los leales.
Acusar a los estudiantes y a sus madres de formar parte de un complot para propiciar un golpe de Estado es una de tantas argucias sin fundamento con que el chavismo y sus amigos tratan de enmascarar la realidad. Los estudiantes salieron por primera vez a las calles el pasado 4 de febrero, en la ciudad de San Cristóbal, capital del estado de Táchira, p ara exigir seguridad en los campus universitarios, luego de que la noche previa una estudiante de la Universidad de Los Andes sufriera un intento de violación. La reacción del gobierno ante las protestas, con nuevos muertos y detenidos, a medida que aquéllas crecían, lanzó a la calle a las gentes hartas.
Los venezolanos están hartos de que se les quiera imponer el modelo cubano y de la creciente influencia de los agentes de este país en todos los órdenes de la vida social, desde la medicina al control del sistema electoral, la inteligencia y el sistema de control de sus propios ciudadanos. La escasez tanto de alimentos como de medicinas no ha sido paliada en forma alguna por el gobierno, pese al incremento de las importaciones y el descontrol de la distribución de éstas. Los periódicos no tienen papel en que imprimirse, lo que se une a las medidas de censura y control que incluyen como delito el simple hecho de informar de los crímenes que asolan al país porque crean “alarma social”.
Desde que Chávez subió al poder, 200 mil personas, en su mayoría jóvenes, han sido asesinadas. La policía apenas resuelve dos de cada ocho homicidios. Únase a ello que, aparte de los “malandros” comunes, el chavismo dispone de su propia milicia armada hasta los dientes. La pobreza sigue siendo evidente, la clase media lleva camino de desaparecer, y la corrupción tradicional ha cambiado de signo en gran medida, pero no de nivel. Las Fuerzas Armadas están altamente politizadas como un elemento más del régimen no de la nación, los sargentos son ahora generales, y gozan de toda suerte de privilegios desde que Chávez les subió de golpe el sueldo un 40 por ciento. Y ya no digamos en que se ha convertido el Parlamento, dirigido por ese cabo primero llamado Cabello, donde los diputados de la oposición son privados del derecho a manifestarse en nombre de los millones de venezolanos que los llevaron allí.
Pero ya se sabe, los problemas de Venezuela no son consecuencia de la política chavista. Se diseñan en Washington y los ejecutan los “traidores, pitiyamquis y vende patrias” que quieren derribar el Estado de Felicidad creado `por el fallecido teniente coronel y heredado por su sucesor Maduro.

Te puede interesar