Puertas afuera

Obama, ante el Estado Islámico

Barack Obama, durante uno de sus discursos a la nación
photo_camera Barack Obama, durante uno de sus discursos a la nación

Con respecto a Obama, todo el mundo tiene sentimientos encontrados como corresponde a la rica, compleja y brillante personalidad de un mandatario de larga trayectoria: admiración, decepción, adhesión en muchas decisiones y, por último, hay  que compartir con él la indignación por las acciones bárbaras del grupo yihadista Estado Islámico.


En 2009 la Academia Nobel de Oslo (Noruega) otorgó al presidente Barack Obama el premio Nobel de la Paz cuando solo llevaba nueve meses de mandato y lo hizo para alentarle a mantener el mundo sin conflictos armados tras el belicoso George W. Bush. Con su inesperada decisión, destinada a afianzar  la paz, la Academia se ponía  la venda antes de  la herida y exhortaba al nuevo y poderoso mandatario a no entrar en guerras, una intención encomiable. No hubo en efecto enfrentamientos bélicos durante su primer mandato, Obama se retiró de Iraq (2009) y se irá de Afganistán en 2016 pero en cambio hoy en día, el presidente norteamericano aparcó su pacifismo y decidió una  nintervención militar en Siria, otro país árabe y musulmán de la turbulenta región, limítrofe con Jordania, Iraq, Turquía, Líbano, Israel y no lejos de Irán. Única  diferencia con Bush: en  la nueva guerra no se recurre a tropas por tierra para evitar la pérdida de vidas norteamericanas y no encenagarse en un nuevo Vietnam. Razón  de esta ofensiva: abortar en su gestación el surgimiento del llamado Estado Islámico  (EI), un grupo terrorista radical ferozmente opuesto a EEUU, fuerte en el norte del  país según podemos constatar  en los mapas publicados en la prensa.
Los bombardeos tienen lugar en Siria, una nación de 20 millones de habitantes  gobernada con mano férrea por el dictador Basar al Asad y sumida en una guerra civil  desde hace más de tres años, hoy oblidada a elegir entre las fuerzas gubernamentales  del ya citado genocida Asad y la guerrilla insurgente del Estado Islámico, es decir,   entre la peste y el cólera. 

ORIENTE VERSUS OCCIDENTE
Ante esta amenaza de expansión del yihadismo que pretende crear un califato violento en Oriente Medio, Barack Obama no se lo pensó dos veces. EEUU, al frente de una coalición que incluyó a cinco países árabes -Arabia Saudí, Bahréin, Jordania, Catar y Emiratos Árabes Unido - lanzó esta semana una operación de castigo para desbaratar las fuerzas del Estado Islámico así como las de Jorasán, célula de Al Qaeda desplegada en Siria. En Alepo, Raqqa, Asaje, Deir al Zor y Abu Carnal, por  nombrar algunos ataques, los "raids" estadounidenses lanzados desde destructores,  cruceros surtos en el Mediterráneo y aviones bombarderos, drones y de otra clase en un alarde bélico que alcanzó múltiples blancos estratégicos: centros de comunicaciones, cuarteles o instalaciones de mando para sentar la mano a los insurgentes que ocupan el oeste del país. Fue una primera ofensiva a la que siguió una segunda dirigida contra los  pozos petrolíferos de la zona en manos yihadistas. La guerra arrecia y seguirá hasta que las  tropas norteamericanas consigan sus propósitos aunque existan serias dudas importantes sobre su legalidad.
En efecto, Obama no pidió autorización al Congreso de los EEUU como debía para desencadenar el conflicto, no se puso de acuerdo con sus aliados occidentales ni  esperó, claro está, a recibir un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU. Para conseguir el efecto sorpresa, tiró por la calle de en medio, seguro de su fuerza militar. De nuevo Oriente versus Occidente, moros contra cristianos, para decirlo de forma  histórica.
Fue una palada de arena, la de cal vino de su discurso ante la 69 Asamblea General de  las Naciones Unidas en Nueva York. Allí ante los 193 países miembros, reafirmó  el  liderazgo de los Estados Unidos, se mostró optimista acerca del estado del mundo, saludó la consolidación de Ucrania, aprobó las sanciones a Rusia y arremetió contra  el  Estado Islámico calificándolo de red de muerte y promotor del odio. Halló acentos bíblicos para concluir que ningún Dios aprueba este terror, ningún agravio justifica esta  maldad.
Y en esto empezaron las decapitaciones perpetradas a mansalva, filmadas en vídeos y difundidas por la red para aterrorizar a Occidente. La primera víctima fue la del  periodista James  Foley en agosto. Había sido secuestrado hace dos años en Siria por el mismo grupo Estado Islámico que lo ejecutó a sangre fría en venganza por los  ataques aéreos del Pentágono contra las posiciones yihadistas en Iraq. En la misma  grabación, autentificada por el FBI (Federal Bureau of Investigation),   ya se adelantaba que se mataría de igual modo a otro norteamericano en manos de los  terroristas, Steven Joel Soloff si Wasington no ordenaba el fin de los bombardeos. Son  asesinatos rituales de rehenes obligados a retractarse de su conducta de los que las  televisiones no suelen mostrar el fatal degollamiento final. Hubo otros y, desgraciadamente, habrá más.

rebrote en iraq
Representan un rebrote de la guerra de Iraq, que causó más de 190.000 muertos y más de tres millones de refugiagos en el año 2003.
Francia, aliada decidida de Norteamérica, también está en el punto de mira de los yihadistas. Un grupo de éstos, que proclama su lealtad al “califa” Abubakr al  Baghdadi, líder del ISIS (Estado Islámico de Iraq), asesinó a su vez a Pierre Hervé Gourdel, de 55 años, un experimentado alpinista en la región argelina de la Cabilia, en la que actúan desde hace años los grupos terroristas islámicos. François Hollande calificó el crimen de vil y cruel. Es un sórdido episodio más de los métodos  de bandas terroristas fanátizadas que nos equivocaríamos si elevamos a la categoría de choque de civilizaciones.
No hay que confundir a los grupos armados extremistas con la religión del islam que es pacifíca, la prueba la tenemos en Francia, donde cerca de 2.000 musulmanes se manifestaron ante la Gran Mezquita de París contra el Estado Islámico.
La comunidad musulmana de Francia -5 millones, el 7% del país- protesta con esta marcha y anuncia otras. "Todos somos sucios franceses", rezan sus pancartas asumiendo el término utilizado por el Estado Islámico.
Más cerca de nosotros, las policías de España y Marruecos han desbaratado en Melilla y Nador una célula de captación de yihadistas creada por Zakaría Saind Mohamed, militar español que ahora combate con el Estado Isámico en Irak o en Siria. Marruecos ha desarticulado este año tres grupos yihadistas y, objetivamente, actúa  como muro de contención. 
En resumen, Siria a sangre y fuego, amemazante Estado Islámico, muertes por degollamiento nos aporta la aciaga actualidad. Nadie dijo que fuera a ser fácil.

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