Galicia

Por tierra, mar y aire

Hay que esforzarse en aprobar todas las asignaturas y en A Coruña, por el momento, todavía hay algunas que parece que necesitan mejorar

Tres dominios con un mismo apellido: A Coruña. A menos de un año de las próximas elecciones municipales, al gobierno municipal de la ciudad herculina parece que se le resisten ciertos asuntos. Con la vista puesta en el cielo, los de la Marea Atlántica no dejan de mirar hacia el mar sin perder de vista el terreno.
Tres años después de la llegada de Xulio Ferreiro a la alcaldía de A Coruña con la Marea Atlántica, en María Pita parecen estar escribiendo una historia con final abierto: la fachada marítima, el puerto exterior, Alfonso Molina… Muchos son los asuntos cuyo final no está escrito.
Tras prometer en su toma de posesión formar «un goberno da xente para a xente», el regidor herculino, con la mirada ya puesta en la construcción de un proyecto para las próximas elecciones municipales, se afana en cumplir con el mayor número de compromisos antes de traspasar (o no) el bastón de mando.  El cronómetro ya está en marcha, estamos en tiempo de descuento. Falta apenas un año para que los ciudadanos volvamos a las urnas y, como sucede cada cuatro años, es hora de realizar la evaluación. 
Aunque el curso no se haya terminado, es hora de hacer un repaso al temario. Hay que esforzarse en aprobar todas las asignaturas y en A Coruña, por el momento, todavía hay algunas que parece que necesitan mejorar.
Para empezar, los terrenos portuarios. El distanciamiento entre la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento fue más que notable a lo largo de los más de tres años que la Marea lleva ocupando el Palacio municipal. El futuro de La Solana, la financiación del Puerto Exterior… pero sobre lo que sin duda mucho se ha hablado, tanto en los pasillos de María Pita como en la calle, es de la tan conocida fachada marítima. 
La Xunta y el Gobierno central —presidido por el popular Mariano Rajoy—, sin el Ayuntamiento de A Coruña, firmaron en abril un protocolo de actuación que es, a día de hoy, la última hoja de ruta vigente para el futuro del borde litoral de A Coruña. 
Los terrenos del puerto son desde hace tres años motivo de conflicto debido a la necesidad de la Autoridad Portuaria de venderlos para hacer frente a la deuda contraída para financiar el Puerto Exterior. Frente a esto, la Marea Atlántica lucha por evitar que se privaticen. 
Pero ahora todo es papel mojado. La pelota está en manos del ejecutivo de Pedro Sánchez, que toma el control sobre un acuerdo que compromete a la Xunta al pago de 21 millones para tomar la participación mayoritaria de los terrenos de los muelles de Batería y Calvo Sotelo. Casi 90.000 metros cuadrados junto al mar coruñés. Los de Xulio Ferreiro lo tienen claro: no quieren ningún tipo de especulación. 
Y dejamos el mar para irnos volando a Alvedro, otra de las asignaturas pendientes. El Gobierno municipal lleva tres años demandando mejoras de operatividad en el aeródromo coruñés. La ampliación de la terminal y la mejora del sistema de aterrizaje son solicitudes trasladadas personalmente a los responsables de Aena. Pese al incremento de pasajeros, las mejoras para Alvedro parecen no correr mucha suerte. 
Y todo esto ocurre mientras se cocina la renovación del plan director del aeropuerto, que ya prevé que en 2035 se superen los 1,5 millones de pasajeros, después de rebasar el millón en 2017. Una subida algo tímida debido al tren de alta velocidad que conectará Galicia y Madrid, y que se prevé empiece a funcionar en 2021, lo que mermará el tráfico aeroportuario. 
Y llega el momento de poner los pies en la tierra, en concreto en Alfonso Molina, la principal vía de entrada y salida de la ciudad coruñesa. Su ampliación parece una mera ilusión. Mucho se ha hablado estos últimos meses, incluso años, de esta obra; pero los avances parecen no ir más allá del papel. 
En marzo, el Gobierno central aprobaba el proyecto de ampliación de esta gran avenida por la que diariamente transcurren más de 100.000 vehículos. Parece que ya está todo listo (o no), ahora sólo falta saber si esta ilusión se convierte de una vez por todas en realidad. 
Las notas todavía no están puestas, pero la evaluación ya ha comenzado. Aquí no hay septiembre. La próxima convocatoria, en el 2019.

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