Galicia

La dueña de una joyería de Ourense identifica al atracador

Víctor Hugo Gil no reconoció los hechos.
photo_camera Víctor Hugo Gil no reconoció los hechos.

El fiscal del juicio dice que acudió a la ciudad con otra persona a hacer turismo delincuencial

nnnEl espectacular asalto a la vivienda de una conocida joyera de Ourense por parte de dos personas que retuvieron y amordazaron a sus dos hijos de corta edad y a la empleada de hogar volvió a entrar en la sala de vista de la Audiencia provincial. El tribunal examinó otra vez el atraco, con un botín de 332.301 euros en joyas y dinero, en tanto que faltaba por juzgar al argentino Víctor Hugo Gil, quien hubo de ser extraditado para responder de los delitos que se le imputan en Ourense.
 La sala ya  había juzgado en diciembre de 2008 a su hermano y a un tercer compatriota, Fabián Darío González.  Mientras que el primero fue absuelto por falta de pruebas, sobre el segundo recayó una condena de 21 años de cárcel. 
Víctor Hugo Gil reconoció ayer que sí estuvo  dos días en Ourense con su hermano para conocer Galicia, la tierra en donde había nacido su abuelo antes de emigrar, pero no para delinquir. "Recorrimos toda España, casi 20.000 kilómetros", aseguró a preguntas del fiscal, quien sostiene que aterrizó  junto a otras personas el 10 de junio de 2006 en España para perpetrar asaltos. De hecho, el billete de vuelta tenía fecha de 5 de julio de 2006.

llegada al local
El inculpado admitió que su hermano entró a la joyería Cota el 28 de junio de 2006, en la calle Bedoya, porque simplemente quería preguntar por el precio de un reloj.  "Como cualquier persona que viaja sólo quería comparar precios", dijo. También admitió que en Ourense se vieron con su compatriota Fabían Darío González porque supieron que andaba por Ourense y lo conocían de su país de origen. Y hasta le regaló una camiseta. Curiosamente, la que apareció tirada bajo un puente de la A-52, en Xinzo, y en la que había ADN del inculpado. 
Pero sin duda la principal incriminación vino por parte de las víctimas. No sólo la empleada de hogar aseguró ayer, mirando a la cara a Víctor Hugo Gil, que era el mismo hombre que  empuñaba una pistola cuando, previo engaño de que iba a entregar un paquete, sino que  la propia joyera lo inculpó. Pese a que la letrada defensora intentó desvirtuar el reconocimiento por la dudas mostradas por la propia víctima en la rueda  llevada a cabo en enero de 2014 tras ser extraditad, ayer  mostró mayor convencimiento . "Puede que no sea él al 100% pero sí al 99%", puntualizó.
La joyera identificó al inculpado como una de las dos personas que estaban en su casa cuando llegó a ella tras cerrar el negocio al mediodía. La primera sosrpresa con la que se topó fue con al televisión muy alta y que una persona le tapó la boca al ser abordada por detrás. Los asaltantes la amenazaron con hacele daños a sus hijos -cortar un dedo- sino le entregaba el dinero y las joyas. Lejos de conformarse con lo que había en el piso, Víctor Hugo, según su versión, la condujo hasta la joyería para que abriera la cámara acorazada, aunque también se llevó los relojes de los expositores. Sobre todo, explicó, se interesó por lo de oro. Posteriormente, ya en la vivienda, la ataron con bridas junto a sus hijos, además de amenazarla para que no llamara a la Policía. 
En cuanto a las empleadas del hostal en donde se alojó el acusado, una fue incapaz -tan siquiera lo miró- mientras que otra sí identificó a Víctor Hugo como una de las tres personas que se hospedaron.
El fiscal también aportó como prueba incriminatoria el informe de un perito fisonomista, quien cotejó imágenes del acusado grabadas por las cámaras de la joyería con la fotografía policial del imputado tras la extradición. El perito concluye, que se trata de "la misma persona con un grado de certeza fuerte". A su juicio "no hay diferencias morfológicas" entre el hombre fotografiado y el que sale en las grabaciones.

de “turismo"
El fiscal comenzó su intervención aludiendo al acusado como "alguien que pensó que podía ser altamente lucrativo hacer turismo delicuencial, y por eso vino desde el otro lado del océano a cometer actos ilícitos, quizá pensando que aquí la policía no trabaja bien, pero así lo hizo en Ourense y en Avilés, donde ya fue condenado".
El fiscal solicitó 26 años y medio de prisión "para alguien que pensó que podía ser altamente lucrativo hacer turismo delicuencial, y por eso vino desde el otro lado del océano a cometer actos ilícitos, quizá pensando que aquí la policía no trabaja bien, pero así lo hizo en Ourense y en Avilés, donde ya fue condenado".
La defensa planteó la absolución en base as que "no existe una sola prueba física que determine que el acusado estuvo en la casa y en la joyería". Aludió a la "única prueba contra él", en relación al ADN de la camiseta encontrada, para explicar que fue un regalo del acusado a su amigo Fabián Darío. n

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