Sánchez y Rivera muestran sus discrepancias en torno a las soluciones

El compás de espera hasta que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, dé su respuesta al últimátum del Gobierno central, y cierta sensación de no estar ya tan al borde del precipicio han marcado las conversaciones informales durante la tradicional recepción del 12 de octubre en el Palacio Real, aunque todos los responsables y exresponsables políticos han afirmado seguir muy preocupados por la situación.
Para el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no es evidente aún que vayan a aplicarse las medidas del 155, puesto que todo dependerá de la respuesta de Puigdemont. Eso sí, él mismo dice que hasta ahora el presidente catalán parece ser el único empeñado en que se aplique, además del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. Sánchez cree que lo mejor sería que todo desembocase en unas elecciones, pero lo ideal sería que las convocase Puigdemont.

chantajes y privilegios
Rivera, por su parte, se mostraba convencido de que el presidente autonómico catalán no dará un paso atrás, todo lo más tratará de "chantajear" y buscar algún privilegio. En su opinión, si el Gobierno termina por no aplicar el 155 enfadará a los ciudadanos.
Y mientras Pedro Sánchez saludaba que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, haya asumido la necesidad de actualizar la Constitución, Rivera advertía de que el PSOE quiere la "nación de naciones" y una reforma para contentar a los nacionalistas, no a todos los españoles. Rivera sí cree que la situación continúa al borde del precipicio y que si la independencia no se ha declarado es por la presión que han ejercido las empresas y bancos dejando Cataluña. n

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