sesión de investidura

El “no" de Sánchez a Rajoy empuja al país hacia las terceras elecciones

Mariano Rajoy, durante la votación de la primera sesión de investidura.
photo_camera Mariano Rajoy, durante la votación de la primera sesión de investidura.

El respaldo de Ciudadanos y Coalición Canaria fue insuficiente para lograr la investidura del líder del Partido Popular

n n n Todos los lazos están rotos. “Tenga la absoluta certeza de que ya he entendido todas la partes del no” le dijo ayer Mariano Rajoy a Pedro Sánchez, en alusión al famoso “no” del líder de los socialistas tras el 20-D. Era el argumento de los populares para intentar la investidura: “No le pido un acuerdo, le pido que nos deje gobernar. Soy consciente de que no confía en mi. Le pido que se abstenga. España necesita un Gobierno. No podemos celebrar elecciones tras elecciones hasta que se produzca un resultado que le convenga”, añadió el presidente del Gobierno en funciones. Pero una vez más las palabras ante el Congreso no movieron los resultados, que fueron los esperados: 170 votos a favor, 180 en contra. Comienza la cuenta atrás hacia las terceras elecciones.
Sánchez ofreció un discurso contra la gestión de Rajoy eludiendo la responsabilidad de impedir que un pacto C’s-PP sirva para formar gobierno. “Un gobierno presidido por usted sería un gobierno de frustración”. Los recortes y la corrupción centraron su crítica al líder popular, acusándolo de la expulsión de “800.000 ciudadanos de la cobertura sanitaria” mediante “un solo decreto” y del SMS a Bárcenas: “usted sabía que su extesorero tenía 42 millones de euros en cuentas en Suiza y eso no le impidió mandar un mensaje de apoyo”. 
En su intervención, Albert Rivera trató de nuevo de vestirse del expresidente Adolfo Suárez apelando a la unidad nacional y la responsabilidad. Y en particular, pidió un gesto de patriotismo al líder del PSOE, para facilitar la gobernabilidad, evitando convertirse en el “tapón” que acabe con “la paciencia de los españoles”. Tampoco sus llamadas a legislar junto al PSOE en la oposición convencieron a Sánchez, que fue muy crítico con la estrategia de Ciudadanos, junto a quienes en marzo probó suerte con su propia investidura. Precisamente ayer echó mano a los argumentos que Rajoy utilizó contra aquella investidura, para pedirle al presidente en funciones que se marchara “por coherencia” con ellos. 
Pablo Iglesias no centró su discurso en el debate de investidura de Rajoy sino que dedicó la jornada a rehacer los lazos rotos con el PSOE: “ya es hora”. En la justificación de su voto en contra de Rajoy, insistió en que no se trata de “algo personal” sino de un asunto de gobierno, esgrimiendo su particular compromiso con la “gente corriente”.
El horizonte de unas terceras elecciones está hoy más cerca, al escenificarse ayer una vez más la falta de entendimiento entre los líderes de los dos partidos más votados, y la imposibilidad de los centristas de Ciudadanos de convertirse en bisagra para facilitar un gobierno de consenso. 
A la espera de la votación definitiva, que tendrá lugar mañana, el veto de los socialistas a Rajoy dificulta una sorpresa de última hora que pasaría, en todo caso, por la ruptura de la disciplina de voto de once diputados socialistas, que tendrían que ausentarse o votar en contra, en un improbable caso de transfuguismo cuyo paradigma más reciente es el “tamayazo” de la Asamblea de Madrid en 2003. n

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