GUERRA INTERNA DE LOS SOCIALISTAS

Los peores días del partido

Pedro Sánchez, durante su comparecencia de ayer en Ferraz.
photo_camera Pedro Sánchez, durante su comparecencia de ayer en Ferraz.

La palabra más pronunciada entre los socialistas estos días es desgarro. Desgarro emocional que sienten todos, tanto los etiquetados como críticos como los etiquetados de sanchistas. La segunda, estupefacción, tristeza, preocupación. Con algún término de nuevo cuño: “okupa”. Pedro Sánchez y sus leales se han pertrechado en la sede de Ferraz como si solo a ellos perteneciera, y el espectáculo de impedir a Antonio Pradas que accediera a su despacho, o que la presidenta de la Mesa del Comité Federal pudiera entregar al secretario de Organización el documento en el que se convocaba al Comité de Garantías, ha sido deplorable. Harán falta meses para olvidar la imagen de Pradas en la calle contando que no ha podido ni recoger él retrato de su hijo, o de Verónica Pérez acompañada hasta la puerta de la sede socialista por un agente de Prosegur después de permanecer dos horas en el vestíbulo.
Los críticos reconocen que es difícil que los militantes, hoy tan de Pedro Sánchez, den la razón a quienes han dado un paso al frente para impedir que el partido desaparezca del mapa después de dos años de derrota en derrota que, en esta ocasión, no podría terminar con victoria final. A Sánchez le ha ocurrido algo que denunciaban hace meses altos cargos del PSOE, históricos y no históricos: no aceptaba una sola crítica. Su reacción, cuando alguien pretendía hacerle reflexiones sobre lo que consideraba una estrategia equivocada, simplemente le eliminaba de su lista de interlocutores habituales.
No fue elegido secretario general con un entusiasmo desbordante en julio del 14. Pero se le ha tratado con lealtad, aunque  las cosas empezaron a torcerse muy pronto, cuando a la semana de ese congreso anunció que sería el candidato a la presidencia del gobierno después de haber prometido que se sometería, como todos, a lo que decidieran los órganos del partido.
  
La cesta del “debe"
Poco a poco se iban añadiendo ingredientes a la cesta del “debe” de Pedro Sánchez, pero la lealtad al partido, y la cercanía de las distintas elecciones (municipales y autonómicas, catalanas, generales, vascas y gallegas) obligaban a  los disconformes a quedarse quietos para no perjudicar al partido. Por otra parte la presidenta andaluza,  que era la líder natural para  optar a la secretaría, no acababa de dar el paso y se refugiaba en el silencio o en la ambigüedad, lo que fortaleció a un Sánchez que llegó a creer que nunca sería rival e incluso se permitió algún gesto de desdén hacia la presidenta. Hoy cuentan los defensores de Díaz que siempre tuvo en mente dar el salto, pero previamente quería  trabajar para los andaluces que le habían votado, reorganizar después del partido que estaba muy desorientado tras los problemas que desencadenaron las dimisiones de Chaves y Griñán y a continuación emprendería las acciones necesarias para intentar hacerse con la secretaría general.  
Hoy, Susana Díaz es el referente del sector crítico, sin duda. Y el elemento clave para que se pusiera en marcha el mecanismo de relevo ha sido el resultado de las elecciones vascas y gallegas, el peor en la historia socialista. 
Uno de los errores graves de Sánchez fue anunciar un congreso para antes de las nuevas elecciones generales, con lo que se corregía a sí mismo pero, además, intentaba perpetuarse en el poder. Lo peor vino cuando dijo a Pepa Bueno en la cadena Ser que si el Comité Federal echaba atrás su propuesta y le desautorizaba, no tenía la menor intención de  dimitir. Un gesto de rebeldía inaudito en ese partido. Bueno, que llevaba semanas tratando de conseguir una entrevista con Felipe González, se encontró, al llamarle por enésima vez ese día, que el expresidente accedía a ser entrevistado. Para decir, urbi et orbe, que se sentía engañado por Pedro Sánchez, que cuando le pidió cita tras el 26 de junio y le fue a ver a su despacho, le dijo que si Rajoy llegaba a la investidura falto de unos pocos votos, él permitiría que fuera presidente.
El mecanismo de relevo se puso en marcha. Llevaba semanas preparado,  con la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva, pero una vez que se entregaron las firmas, Sánchez y sus leales  decidieron luchar a muerte por mantenerse. Esgrimieron que los estatutos nada decían de que esa dimisión supusiera la disolución de la ejecutiva y el nombramiento de una gestora, y se hicieron fuertes en Ferraz.
En el lado contrario, no se vinieron abajo. Estaban más organizados de lo que parecía, de hecho Susana Díaz contaba con una mujer de su absoluta confianza, Verónica Pérez, como presidenta de turno del Comité Federal. Ahora parece que esa presidencia no era casual. Por otra parte, los cuatro ex secretarios generales del partido, Felipe González, Almunia, Zapatero y Rubalcaba, coincidían en que el PSOE debería abstenerse en una nueva investidura de Rajoy,  por primera vez una coincidencia de estrategia en cuatro nombres que son referencia. Los críticos explicaban a quien les quería oir que desde el momento que los Estatutos recogían que en caso de dimisión  de la mitad más uno de los miembros de la ejecutiva correspondía al Comité Federal convocar un congreso extraordinario significaba que esos estatutos daban por hecho que la dimisión significaba la disolución automática de la Ejecutiva, por  eso el Comité Federal asumía sus atribuciones. 
A pesar de que Sánchez y su equipo mantienen la pelea y no se dan por vencidos, Susana Díaz mueve peones, desde todas las federaciones llaman al presidente asturiano  Javier Fernández para  que presida la gestora, y el debate ya no se centra en si Susana Díaz va a dar el paso de presentarse candidata a la secretaría general, sino a ver si compagina el cargo con la presidencia del gobierno andaluz. 
Alguien de su entorno hace un comentario que lleva a pensar que  se han barajado todas las hipótesis: “Si varios presidentes de gobiernos regionales han sido secretarios generales o presidente del partido, o incluso uno ha sido presidente del gobierno de España, Felipe González ¿Por qué Susana no va a poner compaginar los dos cargos? 
La  fuerza de Sánchez es la militancia. La de los críticos, los resultados electorales y la situación del partido. ¿Están los críticos a favor de que haya terceras elecciones? Uno de ellos, de los destacados, exponía su indignación por el hecho de que Sánchez presentara  a los partidarios de la abstención como personas que han abandonado el socialismo para abrazar la derecha: “No hemos llegado hasta esto para que haya unas terceras elecciones en las que seríamos laminados por Podemos. Lo que queremos es un nuevo secretario general, permitir a Rajoy que gobierne, y hacer una buena oposición. Si se cumple con esta agenda, podemos recomponer el partido en unos meses. E incluso los militantes, hoy tan cercanos a Sánchez, se sentirían bien con el nuevo equipo si ven que el partido supera esta situación que nos podía reducir a partido irrelevante”.n
 

Te puede interesar