ALCOA, EN LA ENCRUCIJADA

"Mi padre estuvo 30 años en Alcoa, yo haré 30 en mayo y tiene futuro"

Manifestación de los trabajadores de Alcoa por las calles de A Coruña, el pasado octubre.
photo_camera Manifestación de los trabajadores de Alcoa por las calles de A Coruña, el pasado octubre.

"Somos una potencia en aluminio primario, hay demanda y es un sector estratégico", dice el presidente del comité 

Los 369 trabajadores de la planta de Alcoa en A Coruña ultiman los preparativos para que las dos naves de electrolisis en el polígono de A Grela entren en hibernación. El martes paró  la serie 1, de 800 metros de longitud y con 128 cubas electrolíticas de aluminio que llevan entre siete y ocho toneladas de metal líquido a 970 grados centígrados. El 13 de febrero le toca el turno a la serie 2, con 144 cubas de 9 toneladas que se extienden a lo largo de un kilómetro. Lo mismo sucede en el centro de producción que la multinacional con sede en Pittsburgh tiene en Avilés y ocupa a 317 trabajadores. 
Alcoa no ha cambiado su decisión de cerrar las dos plantas, pero existe optimismo en una plantilla acostumbrada a soportar temperaturas de más de 900 grados en el tajo. "El 17 de octubre arrancamos con un ERE de extinción de actividad a 30 días, hemos alargado el proceso, y ahora tenemos partido porque al principio la empresa se negaba a sentarse a hablar de venta. Hemos ganado tiempo hasta el 30 de junio como nos ha pedido el Gobierno para encontrar una solución porque se trata de un problema de futuro para este país", comenta Juan Carlos López Corbacho, presidente del comité de empresa de la planta en A Coruña y miembro de la ejecutiva de la sección sindical intercentros. "Mi padre trabajó aquí 30 años, yo haré 30 años el próximo mes de mayo y se trata de un sector productivo y de progreso. El cierre sería un tremendo error estratégico y ahora el culpable ya no sería Alcoa". En la planta hay casos de tres y cuatro generaciones de la misma familia. Corbacho se empeña en que la sociedad comprenda los motivos de lo que está sucediendo para detener la desindustrialización de Galicia. Por eso insiste en que la charla se produzca en una sala de la sede de CC OO para que sus explicaciones sean nítidas. Es la memoria de la empresa.  
"Somos un país productor de aluminio primario, una potencia mundial. Tenemos una capacidad de unas 500.000 toneladas en el país y hay pocos países en la Unión Europea que produzcan lo mismo que nosotros. Hay demanda de aluminio, somos un país productor, pero demandamos dos veces más lo que producimos. El sector tiene que ser estratégico porque toda la automoción a futuro con motores eléctricos y más pequeños va a vestir los vehículos de aluminio para reducir el peso. Lo mismo sucede en el sector aeroespacial, en el naval, en el ferrocarril... Tiene muchas posibilidades que aún hay que aplicar, se está investigando y no somos un sector en declive".
Pero Alcoa no lo entiende así, al menos con las plantas de A Coruña y Avilés. "Desde que Alcoa se hizo en 1998 con la empresa privatizada por el Gobierno de José María Aznar aplicó una política de destrucción de centros de trabajo. Cogió 11 y quedamos cuatro, de los que dos tenemos un ERE de extinción encima de la mesa. Por la trayectoria se ve que vino a quedarse con nuestro mercado y no a invertir para que creciese nuestra industria". En el contrato de venta por 63.000 millones de pesetas (390 millones de euros) se comprometió a realizar unas inversiones de 64.000 millones de pesetas (400 millones de euros). "Me gustaría saber dónde está esa partida comprometida, más allá del mantenimiento, porque sólo invirtió algo en temas medioambientales porque lo obligó la UE", apunta Corbacho. "Pero las plantas de A Coruña de repente parece que no son rentables. Y digo de repente porque desde 1998 hasta 2014, cuando las dos plantas éramos una única empresa, Alcoa obtuvo sólo con estos centros unos beneficios de 1.490 millones de euros después de impuestos. Están las cuentas auditadas y es historia viva". 

sin alcoa
Ningún trabajador confía en que la solución pase por Alcoa. "Con esos beneficios la multinacional montó una factoría nueva en Islandia, donde paga 20 euros por el megavatio de electricidad cuando en España salió a 70 euros el pasado mes de septiembre, adquirió centros en Noruega y entró en Arabia Saúdí en consorcio con el Gobierno, donde puede quemar todo el petróleo que quiera sin costes medioambientales". Mientras, las cuentas de A Coruña y Avilés se fueron deteriorando. "La plantilla sólo representa el 6 o 7% del coste de producción, la electricidad el 45% y la otra gran partida es la alúmina. Nosotros estamos obligados a comprar la alúmina a la propia Alcoa, a Aluminio Español que está en San Cibrao (Lugo) y ellos colocan el producto en el mercado, con lo cual vamos a ganar y a perder lo que Alcoa quiera". 
Los trabajadores se encuentran con las manos atadas para abaratar costes o ser más competitivos, sobre todo desde que el ministro Soria del Gobierno de Rajoy fijó en 2012 la subasta de interrumpibilidad. Antes existía la tarifa G4 para los cuatro consumidores con gran dependencia energética, pero ahora entran 14 empresas en la puja. La producción de aluminio con base electrolítica necesita 15 veces más electricidad que cualquier otro sector, incluso en comparación con el acero. La tarifa eléctrica con la planta de A Coruña trabajando al 100% antes de 2012 ascendía a 50 millones de euros, ahora  se ha disparado hasta los 80 millones con el centro funcionando al 64%. "Y como el precio varía en función de una subasta en la que somos comparsas, es imposible tener visibilidad de la previsión más allá de un año". 
El Gobierno central se ha comprometido a desarrollar el estatuto de la industria electrointensiva. "Dice que estará en tres meses. El modelo tendría que parecerse al de Noruega, con acuerdos bilaterales entre productores energéticos, como el sector eólico, y la industria a 15 años. Sólo hay que ver lo que funciona y no volverse locos. Aunque Alcoa tenía que ser nacionalizada como fue antes, aparecerán interesados. Seguro". n
 

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