Economía

La crisis de Turquía, una nueva amenaza

Donald Trump y Erdogan, durante su último encuentro en EEUU.
photo_camera Donald Trump y Erdogan, durante su último encuentro en EEUU.

España se ve afectada como país socio de la UE, que acumula tensiones con Erdogan, y también por el destacado papel del BBVA en el sector financiero turco. La sanción de Trump no es el único problema.

El desplome de la lira turca -un 35% de su valor frente al dólar en lo que va año-, producto de las tensiones económicas y políticas entre Recep Tayyip Erdogan y Donald Trump, ha devuelto la intranquilidad a los mercados financieros, y de modo especial en España, afectada por su condición de país miembro de la eurozona y también por el peso de las relaciones del BBVA con Turquía, en su doble condición de destacado operador financiero en aquel país y de financiador del Estado turco.
En poco tiempo, Turquía ha pasado de ser un firme aspirante a socio de la Unión Europea y un país moderno a caballo entre Asia y Europa, a entrar en una peligrosa deriva política, económica, religiosa y militar, proceso al que no es ajeno el presidente Erdogan, al culminar su ambición de tener un poder absoluto, plebiscitado en abril de 2017 por un estrecho margen. Sus apoyos vienen de los islamistas y de sus aliados de la ultraderecha nacionalista, frente al rechazo de los sectores laicos del país, de distintas tendencias. 
La UE, con la que Turquía aún negocia oficialmente su adhesión, pese a que las relaciones se han deteriorado en los últimos años, ni siquiera estuvo representada en su toma de posesión.
El desplome de la lira es lo más reciente pero no es lo más importante de lo que está pasando en Turquía y con Turquía. Este país estratégico para Europa –y no solo por ser una especie de aparcadero de refugiados e inmigrantes– lleva varios años acumulando problemas económicos, debido a las políticas populistas de Erdogan. No todo es consecuencia de la subida de aranceles a las importaciones de acero y aluminio turco, impuestas como sanción por el presidente de EE UU.
La falta de independencia del banco central turco y la caída de Nihat Zeybekçi como ministro de Economía, para mayor gloria del actual titular, Berat Albayrak, yerno del presidente Erdogan, han dado pie al descontrol de la macroeconomía del país, ahora con problemas de deuda y de burbuja de crecimiento, que desencadenan una alta inflación, ya de doble dígito. Tanto, que hay riesgo de impagos, en medio de un alto déficit de la balanza por cuenta corriente.
Los problemas de Turquía se acumulan y la solución no va a ser la apelación de su presidente a Dios. En la crisis turca han influido las sanciones comerciales, el bajo crecimiento de sus socios en la UE, la recesión rusa y el reajuste de la política monetaria de EE UU pero también su inestabilidad política interna, donde todo gira en torno al intento de golpe en julio de 2016.
El fuerte crecimiento de Turquía fue estimulado por el crédito –apoyado en garantías estatales– y políticas fiscales pero no por el crecimiento de su demanda interna. Sus exportaciones avanzaron en paralelo a la devaluación de la moneda del país y problemas que España conoce bien, como el alto desempleo y la desigualdad salarial, son cada vez más comunes en Turquía.
Tampoco pasa inadvertida la autorización de Trump a la entrega de armas a milicias kurdas aliadas de EE UU en Siria, en contra del criterio de Turquía, especialmente sensible al PKK, un partido alzado en armas en el sureste del país. Y no es menor la importancia del papel de Fethulá Gülen, clérigo musulmán turco que reside en EE UU y a quien Erdogan acusa de orquestar la fallida sublevación militar de 2016. Turquía está ahora más cerca de Rusia que de EE UU o de la UE. 
@J_L_Gomez

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