Sueños de Olimpia

Chris Froome, un asmático muy acelerado

Chris Froome
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Estaba demasiado tranquilo el mundo del ciclismo. El positivo por dopaje del británico Chris Froome tambalea de nuevo los cimientos de uno de los deportes más castigados en los últimos años. Froome es hoy en el ciclismo el equivalente a  Messi en el fútbol, Lebron James en basket  o  Lewis Hamilton en motor. Su máximo embajador ante el mundo. 
Un control rutinario en la pasada Vuelta a España reveló una tasa de salbutamol en sangre que dobla la permitida. El salbutamol significa el uso de un broncodilatador, que el británico justifica por una crisis asmática sufrida en una etapa clave de la carrera.
Los científicos opinan que aumentar las dosis de un inhalador común no supone una mejora del rendimiento físico y una ventaja sobre el resto. La clave y la discusión es si este producto entró por otras vías en el cuerpo, si por ese medio puede proporcionar efectos anabolizantes en el corredor y -atención- si pudo actuar como encubridor de otras sustancias.
Froome y su equipo, el Sky, claman por su inocencia. Otros miembros del pelotón, como el alemán Tony Martin, acusan al británico de tramposo y a la federación internacional (UCI) de proteger a su máximo estandarte. 
La sanción podría suponer entre tres y seis meses de suspensión, la pérdida de algún título y una gran mancha en el crédito de un corredor antes abanderado del deporte sin dopaje. Se recuerdan los casos de los italianos Diego Ulissi y Alessandro Petarchi, sancionados por dosis menores. También los positivos de dos españoles, el gran Miguel Induráin y Alex Zülle, disculpados en su momento por la UCI.
Suceda lo que suceda, está claro que los buenos aficionados al ciclismo no pueden disfrutar tranquilos.

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