piragüismo

Suso Morlán, metódico y exigente

El técnico pontevedrés, con su inseparable cronómetro, el 'japonés'.
photo_camera El técnico pontevedrés, con su inseparable cronómetro, el 'japonés'.

David Cal expresa su "tristeza" por la muerte del entrenador, del que asegura que "mis éxitos van ligados a él"

El piragüismo gallego, español e internacional se vistió de luto el pasado domingo por la muerte de Suso Morlán, el entrenador que llevó a David Cal a convertirse en el deportista español más laureado en los Juegos Olímpicos, con cinco medallas repartidas entre Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012. Morlán falleció en Belo Horizonte (Brasil) con sólo 52 años, víctima de un tumor cerebral, y ayer  el propio Cal, al que dirigió desde los 15 hasta los 32 años, aseguró que le deja un sentimiento de "tristeza".
"Todos mis éxitos deportivos van ligados a él", reconoció en declaraciones a la Federación Española de Piragüismo. "Me quedo con su imagen sujetando en la mano el cuentapaladas y con la bandolera que siempre llevaba colgada para guardar la libreta en la que anotaba cada detalle", indicó Cal sobre Morlán, que actualmente trabajaba como entrenador del equipo nacional brasileño.
El cangués, que reconoció que en los últimos años existía un "distanciamiento" entre ambos, supo de la muerte de su extécnico por medio de un mensaje enviado por el canoista brasileño Isaquías Queiroz, el triple medallista olímpico al que entrenaba actualmente el entrenador pontevedrés.
"Isaquías y yo tenemos buena relación desde que ambos entrenamos juntos en Brasil en el año 2013. Me escribió ayer (por el domingo) para comunicarme que Suso había fallecido. Más tarde, el presidente de la Federación Española de Piragüismo, Juan José Román Mangas, también me trasladó la triste noticia", explicó.
"En este momento recuerdo de manera especial lo mejor de nuestra relación. Yo era un niño cuando empecé a trabajar con él. En 1997, en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva (CGTD), formaba parte de un grupo de unos treinta jóvenes de entre 14 y 16 años, que luego se fue reduciendo. En 2001, yo me fui al equipo nacional, en el que no conseguí adaptarme, y al año siguiente regresé a Pontevedra decidido a abandonar el piragüismo", explicó.
"Llevaba una semana sin entrenar cuando se personaron en mi casa el entonces presidente de la Federación Española, Santiago Sanmamed, y Suso Morlán. Yo no quería volver al equipo nacional porque no estaba a gusto y no rendía, ellos me dieron la opción de entrenar en Pontevedra de nuevo con Suso, y acepté", recordó.
Para Cal, la primera etapa junto a Morlán fue la "menos conocida, pero muy intensa". "Lo que vino después, Atenas, Pekín y Londres, es lo que la gente ya conoce. Fueron momentos inolvidables que forman parte de la historia del deporte español, y me siento muy orgulloso de que Suso Morlán y yo hayamos podido contribuir para hacerla más grande", finalizó.
Por su parte, el presidente de la Federación Gallega, Alfredo Bea, considera que Morlán trasciende el piragüismo porque "le dio cinco medallas olímpicas a España, algo que no ha hecho ningún entrenador de ningún otro deporte, más las tres que le acaba de dar a Brasil, y que seguramente serán otras dos en Tokio. Por lo tanto, es el mejor entrenador de la historia de España en deportes olímpicos y al piragüismo le dio un nuevo impulso. Desde la medalla de Enrique Míguez en Los Angeles, teníamos un número importante de olímpicos, pero que no conseguían subirse al podio, y él volvió a marcar el camino. Después, otro entrenador, Miguel García, lo ha continuado y ha puesto al piragüismo otra vez en una edad de oro".
Bea señala que los éxitos de Morlán "se deben a una suma de factores. Había un fuera de serie (Cal) y un entrenador que fue capaz de sacar lo mejor de él. Eso le sirvió de aprendizaje para ir luego a Brasil y coger a otro fuera de serie como Isaquías Queiroz y lograr tres medallas olímpicas más".
Como otros que lo conocieron, el presidente de la Gallega destaca que "era muy metódico. Enseñó a plantear el deporte no como una inspiración, sino como un trabajo constante. Y con David Cal era muy del 'japonés', que era como llamaba él al cronómetro". n

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