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Sombras se cernían sobre Balaídos

La rocambolesca iluminación de la grada de Tribuna genera sombras en la novedosa grada, escasamente poblada anoche.
photo_camera La rocambolesca iluminación de la grada de Tribuna genera sombras en la novedosa grada, escasamente poblada anoche.

El empate sportinguista generó protestas contra Berizzo, pero se repitió el espíritu del Córdoba para romper la racha

Las sombras se cernían sobre Balaídos. Y no sólo las que genera el apaño de iluminación en la grada de Tribuna, que convierte en siluetas rubias fantasmagóricas a los aficionados de tal grada para el resto de presentes. Y no sólo las de la novedosa estructura sobre la que el Concello edificará su cubierta –la meteorología echó una mano y no llovió–. Y no sólo las que provoca la imaginación en una grada de Fondo totalmente vacía. Y no sólo las que ocasionan lo inadecuado de un partido entresemana a las ocho de la tarde que limita cualquier iniciativa de entrar pronto al campo para recibir con vítores al equipo. Sobre todo, las sombras de un futuro incierto tras el empate de penalti del Sporting. Ésas que redescubrieron en el recinto vigués el sabor de los pitos y hasta los insultos a los propios, con Eduardo Berizzo como receptor principal, aunque con Bongonda teniendo que asumir para sí una buena dosis.
Los resultados enturbian cualquier relación grada-equipo. Porque los de la fe inquebrentable son pocos y la paciencia no es virtud generalizada en lo aficionados al fútbol, que tienen necesidad de sentir con intensidad, ya sean alegrías o decepciones. En momentos de dudas, los pequeños fallos se convierten en terribles errores y la idiosincrasia propia de Berizzo en los cambios pasan a ser causa principal del empate rival. No gustó a la grada que el técnico argentino sacase del campo a Pione Sisto, que por primera vez desde su llegada había demostrado que su calidad puede ir unida a la efectividad, para dar entrada a Marcelo Díaz.  Sonó a pecado sacar un jugador de ataque para meter otro de centro del campo, pese a que el cambio táctico fuese mínimo al pasar Wass a la banda derecha. Y como tras él llegó el gol gijonés, los más críticos se giraron enseguida hacia el banquillo.
Sin embargo, como ya sucediera en aquel dramático encuentro ante el Córdoba de hace dos temporadas, aquel que rompió la mala racha céltica con una victoria por la mínima que Berizzo defendió incluso protectándole al árbitro dentro del campo, el fútbol sonrió al técnico argentino. El equipo vigués no se rindió y halló un discutible penalti a favor que también acalló críticas al colectivo arbitral. Ligeramente, claro.n

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