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El Sevilla hiere de muerte al Celta

El delantero del Celta John Guidetti se lamenta durante el partido disputado ayer contra el Sevilla en el Ramón Sánchez Pizjuán.
photo_camera El delantero del Celta John Guidetti se lamenta durante el partido disputado ayer contra el Sevilla en el Ramón Sánchez Pizjuán.

El equipo vigués cae goleado en el Pizjuán por un rival muy superior y sólo un milagro le metería en la final de la Copa

El sueño de la Copa se le escapa de las manos al Celta. Sólo un milagro la semana que viene en Balaídos le meterá en la final después de ser goleado ayer en el Sánchez Pizjuán por un Sevilla muy superior a los vigueses. El conjunto de Unai Emery planteó una batalla física a la que los de celeste no supieron responder. El Celta abusó de los balones largos. Cedió el balón y con él, la esperanza. Aguantó con el marcador igualado hasta que segundos antes del descanso Rami hizo el 1-0 para los locales a la salida de un córner. Pero hasta entonces el Sevilla había dispuesto de un buen número de ocasiones para marcar, entre ellas un penalti lanzado por Gameiro y parado por Rubén Blanco. No fallaría el veloz delantero francés en una segunda parte en la que los andaluces supieron aprovechar los espacios concedidos por el Celta para sentenciar (o casi) a la contra su pase a la final de la Copa, donde ya tiene plaza segura el Barça (sin el casi).
Había transcurrido apenas un minuto y medio cuando Kolo dispuso de la primera oportunidad de gol para el Sevilla. Conectó un cabezazo solo en el corazón del área que se marchó fuera por muy poco. Fue un anticipo de lo que vendría después. Desprovisto del balón, que sólo sabía sacarse de encima con balones largos que casi siempre acababan en pies del rival, el Celta sufrió un mundo ante las acometidas de un contrincante poderoso que supo sacar partido de su superioridad física. 
Al Sevilla le costaba encontrar grietas en la zaga celeste cuando combinaba a ras de césped, pero por arriba hacía mucho daño. Kolo volvió a rozar el 1-0 a los 24 minutos, cuando Rubén Blanco desvió con una gran intervención otro testarazo del central francés, y segundos después su compañero N'Zonzi estuvo también muy cerca de marcar con un cabezazo que superó al mosense por alto y se marchó fuera lamiendo el poste.
El Celta parecía incapaz de frenar la avalancha hispalense y dos minutos más tarde, Clos Gómez señaló penalti por un agarrón de Sergi Gómez a Vitolo. Pero de nuevo volvió a aparecer Rubén, agigantado en el Pizjuán, para desviar el lanzamiento de Gameiro.
La parada del guardameta celeste cambió el rumbo del partido. El Sevilla bajó el ritmo y el equipo vigués, más cómodo, lo aprovechó para acercarse con más asiduidad  al área de Sergio Rico. Y a punto estuvo de marcar en su primera ocasión, a la media hora de juego, cuando Sergi Gómez cabeceó al larguero un centro de Orellana.
Fueron los mejores minutos del Celta. El Sevilla acusó el altísimo ritmo con el que comenzó el partido y las fuerzas se nivelaron. El equipo vigués empezaba a tener más el balón y se sentía a gusto en el Pizjuán. Así llegó una nueva ocasión de los vigueses, en una contra guiada por Iago que acabó en un disparo raso de Pablo Hernández que se fue rozando el poste de la portería andaluza.
El optimismo reinaba en el celtismo. Daba la sensación de que lo peor había pasado y el marcador seguía inmaculado. El tiempo jugaba a favor del Celta, que sin embargo se encontró con un golpe a traición a escasos segundos del intermedio. Fue, cómo no, en una jugaba a balón parado en la que el Sevilla volvió a lucir potencia en el juego aéreo. Banega puso el balón en el corazón del área y Rami le ganó la partida a Pablo Hernández y Cabral para firmar el 1-0.
El conjunto de Unai Emery se había adelantado en el marcador, pero lo fundamental en Sevilla era conseguir marcar al menos un gol y el Celta se fue a por ello en la reanudación. Le costaba mantener la posesión y sin balón su juego se resiente. Al equipo de Berizzo le gusta madurar sus ataques, mover el cuero de un costado al otro hasta encontrar su oportunidad. En el Pizjuán tenía que apurar demasiado su posesión porque el Sevilla no le dejaba respirar, pero no se rendía. Su mejor ocasión fue, nada más iniciarse la segunda parte, un balón colgado por Iago Aspas dentro del área que Cabral remató en una posición muy forzada a las manos de Sergio Rico.
Al borde de la hora de partido se produjeron dos acciones que cambiaron por completo el panorama. Primero Clos Gómez no señaló un claro penalti de Kolo al Tucu y, casi de inmediato, Gameiro aprovechó un pase  de Krohn tras un error de Jonny en una acción a balón parado a favor del Celta para galopar hacia Rubén Blanco y superar al mosense con un toque sutil.
El segundo gol del Sevilla fue un golpe del que el conjunto celeste ya no se pudo reanudar. Ni siquiera tuvo tiempo para asimilarlo. Dos minutos después, el delantero francés aprovechaba otro balón largo para superar en carrera a Cabral y Sergi Gómez, que no supieron ajustar la marca, y batir por segunda vez a Rubén Blanco.
El Celta se veía cada vez más lejos de la final y Berizzo ni siquiera vio recursos en el banquillo para cambiar el partido. Su primer cambio llegó a trece minutos del final, antes de que Krohn-Dehli marcase el cuarto del Sevilla en una nueva contra. El pequeño gran danés sentenció a sus ex.

Sevilla: 
Sergio Rico; Coke, Rami, Kolodziejczak, Tremoulinas; N'Zonzi, Cristóforo (Carriço, min. 69 ); Vitolo, Éver Banega (Konoplyanka, min. 74), Krohn-Dehli; Kevin Gameiro (Llorente, min. 80).
Celta: 
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Sergi Gómez, Cabral, Jonny Castro; Radoja, Wass (Marcelo Díaz, min. 84), Pablo Hernández; Iago Aspas, Guidetti (Beauvue, min. 78), Orellana.
Goles: 
1-0, min. 44: Rami; 2-0, min. 59: Gameiro; 3-0, min. 62: Gameiro; 4-0, min. 87: Krohn-Dehli.
Árbitro: 
Clos Gómez (aragonés). Amonestó con tarjeta amarilla a Rami, Krohn-Dehli, Llorente, Coke, Iago Aspas, Sergi Gómez, Wass y Radoja.
Estadio: 
Partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey disputado en el Ramón Sánchez Pizjuán ante unos 37.000 espectadores. Estuvieron en el palco los alcaldes de Sevilla, Juan Espadas, y Vigo, Abel Caballero.

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