BORJA OUBIÑA. EXJUGADOR DEL CELTA

"Nunca he sentido que fuese un referente"

Borja Oubiña, ayer en O Castro días después de anunciar su retirada.
photo_camera Borja Oubiña, ayer en O Castro días después de anunciar su retirada.

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Días después de anunciar su retirada, Borja Oubiña (Vigo, 1982) repasa su carrera con dosis de orgullo, agradecimiento, dolor e ilusión en sus palabras. 

Hablar de fútbol con él implica hablar de lesiones, pero también de sueños cumplidos, del Celta europeo, de la cantera, el vestuario, la afición y ese adiós que Balaídos le regaló el sábado pasado y que cada día que pasa le emociona más.

¿Se siente ya exfutbolista?
Sí. En mi caso es más sencillo. Llevo ya un año sin jugar y eso acelera las cosas, las simplifica y te hace ver la realidad un poco antes. En una situación normal, imagino que hubiese sido bastante más duro.

¿No le ha costado asumir que no volverá a jugar como profesional?
No, porque es algo que viene de lejos. Cuando tienes una carrera difícil en cuanto a lesiones sabes que en algún momento te va a pasar esto, que va a llegar un momento en que la rodilla no va a soportar más y te vas a tener que echar a un lado. Entonces, tienes la cabeza más preparada para el final.

¿Cuándo pasó por el quirófano en agosto valoraba esta posibilidad?
Sí, claro. Esa posibilidad siempre está abierta desde el momento en que me rompo con 25 años. Muchas veces me he acostado sin saber cómo me iba a levantar al día siguiente. Ésa es la realidad de mi carrera. Sabes que en algún momento la rodilla va a decir basta e incluso podía haber sido antes. Fue bonito mientras duró y visto con perspectiva, pude reincorporarme y aguantar bastante, pero en julio tuve una lesión que ya me hizo pensar que a lo mejor no tendría posibilidades. Creíamos que haciendo una limpieza podría estar bien, pero en el fondo sabía que podía darse la situación contraria.

¿Ha aprendido algo de las lesiones?
El carácter se endurece bastante y también hubo momentos en los que me equivoqué. Cuando volví la primera vez (temporada 2008/09), no estaba en condiciones de competir, pero tiras hacia delante y crees que la rodilla se irá acostumbrando al trabajo. Entonces me di cuenta de que cuando pisas un campo de fútbol o te dispones a entrenar, tienes que estar en condiciones. No vale cualquier cosa. Son pequeñas lecciones que puedes extrapolar a la vida: hay que sentirse preparado cuando uno hace las cosas o hacer todo lo posible para estarlo. En aquel momento yo no lo estaba y luego lo pagas. Fueron tres meses malos. Te metes en una dinámica en la que necesitas tomar antiinflamatorios día a día para poder entrenar, sufres, entrenas mal, no te ves competitivo, el entrenador te pone pero tú no te sientes bien… Es fácil de sentir, pero difícil de explicar.

El día que anunció su retirada se le vio especialmente emocionado cuando habló del cuerpo médico.
Es que al final son ellos los que pasan más horas contigo y le dan más vueltas a tu situación. Hubo muchos quebraderos de cabeza para recomponer piezas y en ese sentido estoy súper agradecido y no sólo por la parte médica, sino por el apoyo moral. Ver que se preocupan por uno siempre ayuda a encontrarse mejor.

Paco Herrera aseguró en su día que no podría jugar más de dos o tres partidos seguidos, pero acabó disputando 31 partidos con él en la temporada del ascenso, 38 el primer año de Primera y 25 la pasada campaña. ¿Estaba Paco equivocado o el hecho de haber jugado demasiados partidos ha acabado acortando su carrera?
No creo que haber jugado entonces haya acortado mi carrera. Paco lo dijo porque conocía ciertas cosas, sabía que había que limitar la carga de trabajo, pero es curioso porque cuanto más he jugado, mejor me he encontrado y menos molestias he tenido en la rodilla. Hay situaciones que te llevan a tener ciertos pensamientos y luego te sorprendes por cómo van las cosas en el día a día. La visión que tenía Paco en su día era una visión compartida por más gente, aunque luego tuve la suerte de acostumbrarme a la competición y el resto de la semana lo llevaba más o menos bien, sabiendo que en algún momento la rodilla podía decir basta.

Ha disputado 238 partidos con el Celta, ha llegado a ser internacional absoluto, ha estado casi veinte años en el club de su ciudad… ¿Satisfecho?
Si echo la vista atrás y pienso en cuando debuto en Primera División y me hago un hueco en el primer equipo, viendo cómo se estaba desarrollando mi carrera y la experiencia que te da jugar contra los mejores jugadores, en ese momento imaginaba otra carrera. Hay gente que puede pensar que hablo de haber jugado más partidos o en otros clubes, pero no me refiero a eso. Hablo de mi capacidad como futbolista, dónde hubiese llegado, cuál era mi límite. Imaginé otro Borja. En aquella época, dentro de un terreno de juego no tenía miedo a ninguna situación que de desarrollase durante un partido. Luego, cuando vuelves, modificas ciertos hábitos y te amoldas a tus limitaciones. Eché de menos ese sentimiento que ahora ves en algunos futbolistas, se lo ves en la cara. Da igual las circunstancias que se den en un partido, no tienen miedo. Y es lo que eché de menos estos últimos años, en los que tenía que controlar ciertas cosas. Por eso me he quedado satisfecho porque el esfuerzo estuvo ahí, y al final es de lo que se trata, pero siempre te queda en la cabeza el haber disfrutado del fútbol como yo lo entendía.

Imaginaba esa carrera cuando ya estaba en el primer equipo, pero antes resultaba más complicado.
Claro. Cuando estaba en el filial, no era como ahora. El que está en el Celta B o en el juvenil ve posibilidades de llegar arriba, pero mis compañeros de entonces y yo no veíamos el Celta como algo cercano. Pensábamos que estaban ahí, que eran muy buenos y que nosotros teníamos que hacer nuestro camino seguramente por otro lado. No pensábamos en llegar arriba, al menos de manera directa. Posiblemente porque teníamos el recuerdo de Míchel Salgado, que volvió después de salir cedido al Salamanca. Esperábamos quizás una cesión a Segunda para ver si teníamos suerte. Desde luego, si me dices con 18 años que voy a tener la carrera que he tenido, firmo.

Desde que dio el salto al primer equipo se le ha señalado como un referente para los canteranos. ¿Se ha sentido como tal?
Nunca me he sentido así porque creo que no somos tan importantes como para ser referentes en este sentido. Es cierto que en aquella época era complicado tener continuidad en el primer equipo. No era yo sólo, también estaban Jonathan Aspas o Iago Bouzón, aunque con cierta continuidad sólo estaba yo y Jonathan un poco. Luego pasan los años, ves que va llegando más gente y es lógico que los chicos de abajo se vayan fijando sobre todo en la gente que juega y yo casi siempre he tenido la oportunidad de hacerlo. Pero una cosa es cómo te pueda ver la gente de abajo y otra es cómo tú te sientes, y yo nunca me he sentido un referente ni mucho menos. Partía de la base de que yo también tenía cosas que aprender del chico que llegaba de abajo.

A veces da la sensación de que no se valora lo suficiente. Hace nada su imagen estaba en la lona de Balaídos junto a otras leyendas, pero sin embargo el otro día dijo que no sabía si merecía una despedida como la que le brindaron. ¿No se siente parte importante en la historia del club?
No, pero porque pienso que no somos tan importantes. Van pasando jugadores e incluso las generaciones de aficionados van cambiando y todo se olvida. Entonces, darse más importancia de la debida no es bueno para uno mismo. Luego, lo que piense la gente de fuera me parece súper correcto y cada uno tiene sus referentes, pero yo no me he sentido nunca más importante que otro compañero. Lo que pasa es que tener la suerte de poder permanecer durante mucho tiempo en tu club te puede convertir en una persona más importante, aunque yo no lo sienta así.

¿Se ha sentido valorado por la afición?
Sí, mucho. Sobre todo en el día a día, en la calle. En el campo es diferente porque lo que ven ahí es tu rendimiento instantáneo, en ese preciso momento, y yo creo que han sido justos, que me han valorado conforme a lo que he hecho en cada momento. Pero la valoración más real, o la que más siento yo, es la de la calle y ahí estoy más que satisfecho, orgulloso y agradecido del trato recibido.
¿Han llegado a sus oídos frases como "a Borja le falta sangre" o "a Borja le falta carácter"?
Sí, incluso por la calle me lo han dicho y 'chapeau' para ellos. Es bueno entender qué piensa la gente. Lo que pasa es que una cosa es lo que pasa dentro del vestuario y otra la que pasa fuera, una cosa es Borja Oubiña y otra Borja Oubiña dentro del Real Club Celta. Ahí represento a una institución, no se trata de lo que pienso yo. Hay cosas que hay que valorar y decirlas en su justa medida. Esto funciona así, pero al final creo que la gente tiene una imagen real de cómo soy yo. Soy así y estoy orgulloso de ello, con mis virtudes y mis defectos.

Ha sido el capitán del Celta muchos años y entiendo que ha sido un orgullo. ¿Ha sido también un marrón en algún momento?
No es un marrón, pero exige ciertas responsabilidades que un futbolista normal no tiene. Se trata de ser lo más transparente posible de cara al grupo y de cara al club. Estás representando a una institución súper importante dentro de Galicia y hay que comportarse como tal. He intentado hacerlo lo mejor posible y es posible que me haya equivocado en ciertas cosas, pero creo que es algo bonito aunque cansa y desgasta porque pasan muchas cosas en el día a día.

¿En los últimos años resultaba más fácil por el buen ambiente que se respiraba en el vestuario?
La evolución del grupo ha ido a mejor cada año hasta llegar a la temporada pasada, que fue parecida a ésta. Hubo un estancamiento porque no se puede pasar de ahí. No puede haber un grupo mejor que el del año pasado o el de éste. Es difícil. La situación que vivió el club en su día a nivel de pagos dificultó mucho las cosas y ahora hay una estabilidad bestial a nivel económico, a nivel social y en la estructura interna del club. Eso ayuda muchísimo a la gente que tiene que mantener la tranquilidad dentro del grupo, es fundamental. Y luego surgen cosas en el día a día en las que hay que estar.

¿Es posible evitar que se formen grupos en una plantilla?
Se forman, pero hay años más homogéneos. Por ejemplo, la temporada pasada fue un escándalo un poco por todo. También hacen mucho para que un grupo sea bueno los empleados del club, la gente que trabaja en A Madroa con el primer equipo, como por ejemplo los miembros del cuerpo médico. Somos personas y siempre tienes más afinidad con unas que con otras, pero de lo que se trata es de ser un buen grupo cuando estamos en el campo, decir las cosas buenas y malas sin que nadie se enfade.

¿Se lleva muchos amigos?
Sí, lo normal. Siempre he sido una persona bastante cerrada en ese sentido, quizás no he tenido demasiada expansión en el mundo del fútbol con respecto a lo que era mi vida en su día, pero al menos el contacto quedará. La amistad es diferente, pero poder sentarse con gente a hablar y comer quedará.

¿Siente que estaba alejado del prototipo de futbolista?
No lo creo. Todos somos diferentes, eso es evidente, pero no siento que haya sido especial. He sido lo más profesional que he podido y he intentado ser honesto con lo que yo pienso, con mi forma de entender el fútbol. Con 16 años te rompes la rodilla y empiezas a darle prioridad a otras cosas. Después, tener que estudiar y compaginarlo con el fútbol también te da otra visión de las cosas y otras necesidades, pero no me considero especial.

Hace unos años me habló del murmullo de Balaídos en los partidos del Celta. ¿Lo recuerda?
Sí. Eso ha cambiado y cada vez cambiará más. Cuando venían jugadores aquí te comentaban que la grada estaba muy lejos y, por momentos, aquel murmullo hacía daño. Eso ha cambiado. Ahora en Balaídos hay un muy buen ambiente y ya sólo nos falta acercar al aficionado al campo. Gracias a Dios ya se está dando el paso y es fundamental. No sé cuántos puntos dará a final de temporada –dos, tres, cuatro o siete–, pero son puntos gratis. Hay que entender aquella época. Veníamos de un nivel de juego muy alto y volvimos a la realidad del Celta durante toda su historia, un club modesto con gente humilde que pelea y trabaja, y es difícil asimilar. El paso por Segunda reinventó todo, trajo aire nuevo y volvimos a ser el club humilde de antes, a nivel de jugadores como de aficionados. Somos conscientes de dónde estamos y eso ayuda.

¿Cree que en ese proceso por el que pasó la afición influyó también el aumento del número de canteranos con el primer equipo?
Entiendo que sí. Como jugador, una de las mejores experiencias que he tenido ha sido pasar de no tener prácticamente compañeros de aquí a ascender con un equipo formado en un ochenta por ciento con gente de aquí. Eso es bestial como futbolista y supongo que como aficionado también. A mí al menos me gusta la idea y creo que es un rasgo diferenciador y que nos puede dar más posibilidades que a otros clubes, explotar la cantera en Galicia y ser potentes aquí. Así, la afición siente que el club también es suyo y, además, en el noroeste hay mucho nivel para potenciar. Hay jugadores de la cantera que están aportando muchísimo.

¿Qué sintió el sábado en su despedida en Balaídos?
Nostalgia, emoción… Todos los adjetivos que se le pueden poner a una despedida. Seguramente de manera menos emotiva que si hubiese jugado, pero fue muy bonito y cada hora que pasa el recuerdo es mejor. Cada día le das más valor a todo lo que pasó esos dos días. Tengo un enorme agradecimiento hacia el club, los aficionados y todo el que estuvo allí.

En su despedida recordó los partidos en Europa con el Celta. ¿Qué significaron para usted?
Fue el mayor contraste de mi carrera, la mayor sensación de aplomo al acabar un partido. Incluso cuando perdimos en Highbury. La sensación de tranquilidad al sentarse al final en el vestuario fue bestial. Para un chaval de Vigo, haber pasado por campos de Europa aquella temporada y escuchar el himno de la Champions en un club humilde como el Celta, aunque entonces no lo éramos tanto, es la leche.

¿Ve al Celta de nuevo en Europa?
Puede ser. De lo que se trata es de permanecer siempre en Primera, que es lo que te da estabilidad y lo único importante cuando sabes lo que es la Segunda y sabes lo que conlleva, y habrá algún año en que llegues a tocar competición europea. Este año estuvimos cerca, nos faltó nada. No sólo por esos diez partidos en los que prácticamente no hicimos puntos, sino también por la parte final. Los partidos ante Almería, Sevilla y Valencia… Cualquiera se pudo ganar. Nos quedamos fuera por poco y algún año puede darse otra vez.

¿Quién fue su mejor entrenador?
En primer lugar, el fútbol es un juego y se trata de practicar. Cuanto más juegues, más aprendes y más mejoras. En este sentido, con quien más he jugado es con mi padre. Luego, a nivel de equipo, Milo (Abelleira) fue fundamental a nivel formativo en el Celta B. Muchas veces llegas a esas categorías con un desconocimiento brutal de situaciones que se dan en el campo: cómo defender una pared, cómo hacer una cobertura… ciertas cosas que son básicas. Para mí fue fundamental. Ahora los chicos llegan cada vez mejor preparados. A nivel profesional, tengo un buen recuerdo de muchos. De quien te dio la oportunidad de jugar, de quien confió en ti ciegamente. A Antic se le cruzó el cable y dijo este chico tiene que jugar sí o sí, Fernando Vázquez tuvo conmigo una confianza extralimitada, con Paco Herrera tuve muchísima afinidad. Pero es justo reconocer que Luis Enrique es otra cosa, otro nivel. Es el mejor equipo en el que he jugado no sólo a nivel de jugadores, sino a nivel de conocimiento de juego y de saber por qué se hacen las cosas, que es lo más difícil. Fue un año increíble, de trabajo, de saber llevar un grupo y de darte las herramientas para ganar un partido. Ahí es cuando te das cuenta de que a través de la táctica puedes ganar a los rivales.

¿Y quién es el mejor futbolista con el que ha compartido equipo?
No sé, es difícil. El que más me impresionó en su momento fue Silva, pero a Mostovoi era un escándalo verlo jugar. Pero luego descendimos, volvimos a ascender, vino Silva y cuando ves a un jugador hacer las cosas que hacía él, esos controles en movimiento… Pero cada uno tiene su punto especial. Michael (Krohn-Dehli) es bestial, tiene un sentido táctico increíble. Cada año me quedaría con muchos jugadores, caso de Nolito ahora o Hugo, que va a ser un pepino de jugador cuando tenga más continuidad, o Jonny, que es otro pepino.

¿Y ahora qué?
Paciencia, seguir viendo caminos e intentar ayudar desde la experiencia que tengo a día de hoy. En unos días intentaré darle forma a todas las ideas que tengo en la cabeza, sentarme y decidir.n

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