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Ni Aspas puede con el desbarajuste

Maxi Gómez, muy presente en el arranque con un gol y una asistencia, trata de jugar un balón ayer en Balaídos.
photo_camera Maxi Gómez, muy presente en el arranque con un gol y una asistencia, trata de jugar un balón ayer en Balaídos.

Igualó con el Valladolid en Balaídos (3-3) en un mal partido: los pucelanos incluso pudieron ganar ante un equipo desajustado, que desperdició su ventaja. Aspas, con dos goles, fue el motor.

El gol como elemento corrector supremo no siempre es bastante. Iago Aspas como argumento irrefutable no siempre es suficiente. A base de goles y, sobre todo, a base de Aspas, el Celta sumó ayer un empate ante el Valladolid. Un resultado escaso, sobre todo tras el 2-0 del minuto 8, pero que acabó siendo lo mejor del partido, junto al moañés. Fue un duelo de pocas luces –las nombradas– y demasiadas sombras. Un inicio fulgurante y un tanto del moañés en la segunda parte a punto estuvieron de ocultar un juego muy pobre  y desajustes notorios. El conjunto pucelano, que incluso mereció más, igualó en el descuento.
El Celta pasó la primera parte en una suerte de encendido inicial y apagado posterior, de descargas de corriente alterna. Demasiado alterna. Unas virtudes que te permiten marcar maravillando y unos defectos que te llevan a ser dominado desesperando. Un compendio de razones para imaginar goleadas a favor seguido de un derroche de ellas para temer goleadas en contra.
Empezó el partido el Celta flotando. Livianamente efectivo. Inmortal -por lo bello- de necesidad. Moviendo el balón con precisión y velocidad, se desenvolvió entre los jugadores pucelanos como si estos fuesen conos de entrenamiento. Los caminos aparecían con tamaño de autopistas de varios carriles pese a que el Valladolid esperaba en su campo. A los cuatro minutos, Boufal y Juncá idearon su primera pared por banda izquierda y el ex del Eibar dibujó una de sus virtudes, la capacidad para el centro. Al borde del área, por abajo. Allí encontró a Maxi, que al primer toque buscó a Iago un metro por delante. El moañés lo hizo todo con el control: recepción, regate, colocación y ventaja. Todo en un gesto. Y finalizó con gol. A los ocho minutos, galopada de las que enamoran de Lobotka rompiendo por el centro, apertura a Aspas y centro de éste de primeras con su zurda hacia el área, donde Maxi aprovechó la endeblez de la defensa visitante. Segundo gol. El sol brillaba.
El encantamiento duró hasta el cuarto de hora, con Aspas y Boufal disponiendo de sendas ocasiones para aumentar la cuenta. La apuesta de Antonio Mohamed, con Costas, Okay y el propio Boufal sorprendiendo en el once, era ganadora. Pero parece que ese sueño inicial tenía su peaje. Terrible.
Comenzó el cambio de paso lentamente. Básicamente, en el lento y prolongado ejercicio de salida de balón desde la propia defensa en la que convirtió el Celta la siguiente media hora. El Valladolid, lógicamente, adelantó líneas para presionar en campo rival, pero sin pasar de la mitad de éste. Y ahí se bloqueó el conjunto local. Ahí empezó a echar de menos los constantes ofrecimientos de Pione Sisto a las líneas de atrás para asumir esa muchas veces ingrata tarea de llevar el balón hacia delante.
Toda la falta de intensidad en la marca del Valladolid en el primer cuarto hora cambió de bando. El balón se movía sin fe entre Costas, Araujo y Okay. Lobotka erró alguna conducción. Ni Maxi ni Iago aparecían para pelear los balones largos. Boufal esperaba. Brais, siguendo órdenes, también. Todo gripó. Y el Valladolid fue creciendo ante los crasos desajustes en el repliegue celeste. En el minuto 35, Alcaraz estrelló el balón en el palo tras una absurda pérdida entre Juncá y Costas. En el 39, el bloque castellano lograba su primer gol de la temporada con un cabezazo de Óscar Plano.

Apagón general
Faltaba por saber si el Celta volvería a encenderse tras el descanso. Lo cierto es que no. Pero Aspas sí. Seguía el encuentro por similares derroteros que la última media hora de la primera parte. Con el protagonismo completo para el Valladolid. Pero, en éstas, Boufal se inventó una de sus líneas rectas al límite y, antes de caer al suelo, le dejó el balón en los pies a Aspas en el borde del área. El moañés convirtió casi nada en mucho. Otro gol.
Había cambiado el marcador, no el partido. El balón y el juego era visitante. Ünal, que apareció en el césped tras el tanto celeste para doblar los delanteros del Valladolid, se encargó de recordarlo enseguida con un buen gol a centro de Nacho. Con Júnior ya sobre el campo por Juncá, que debió ser expulsado, Mohamed puso sobre el campo a Pione por Boufal justo antes de que Sergio salvase el empate en un mano a mano con Cop. Faltaban todavía veinte minutos.
Salió Beltrán en la recta final para apaciguar los ánimos. Tres mediocentros para cerrar y salidas al contragolpe para sentenciar. Pudo hacerlo Aspas en una extenuante carrera lanzado por Brais. No pudo ser. Y en el descuento, el empate y casi el gol de la victoria visitante. Un desbarajuste. Un punto.

Celta :
Sergio Álvarez; Facundo Roncaglia, David Costas, Néstor Araujo, David Juncá (Júnior Alonso, min. 59); Brais Méndez (Beltrán, min. 81), Okay Yokuslu, Stanislav Lobotka, Sofiane Boufal (Pione Sisto, min. 69); Iago Aspas, Maxi Gómez
Real Valladolid:
Masip; Javi Moyano (Leo Suárez, min. 92), Olivas, Calero, Nacho; Borja Fernández (Ünal, min 56); Keko (Toni Villa, min. 52), Míchel, Alcaraz, Óscar Plano; Duje Cop
Goles:
1-0, m.4: Iago Aspas; 2-0, m.8: Maxi Gómez; 2-1, m.39: Óscar Plano; 3-1, m.54: Iago Aspas; 3-2, m.65: Ünal; 3-3, m.93: Leo Suárez.
Árbitro:
Prieto Iglesias (colegio navarro). Amonestó a Roncaglia y Juncá por parte del RC Celta; a Alcaraz y Cop por parte del Real Valladolid
Incidencias:
Partido disputado en el estadio municipal de Balaídos ante 16.552 espectadores.

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