Celta-Deportivo

Del "Mouriño véndelo" al "Gracias por venir"

Los dos equipos se saludan al comienzo del partido con las gradas de Río al fondo. Balaídos volvió a quedarse muy lejos del lleno pese al tirón del derbi.
photo_camera Los dos equipos se saludan al comienzo del partido con las gradas de Río al fondo. Balaídos volvió a quedarse muy lejos del lleno pese al tirón del derbi.

Balaídos, con floja entrada, disfrutó de la victoria en un derbi de retranca con himno gallego y marcado por la venta del                Celta a un grupo chino en los cánticos deportivistas

Lo de Balaídos lleno suena a pasado, pero lo de Balaídos de fiesta suena a presente. El derbi comenzó con el himno del Celta cantado por la grada a viva voz con bufandas y banderas al viento –y poco después el himno gallego interpretado por Andrea Pousa desde el centro del terreno de juego– y acabó de la misma manera. Un 4-1 de buena mañana.
No hubo incidente alguno. Las aficiones han empezado a cambiar el insulto directo por la ironía indirecta en los cánticos. Un derbi de retranca. Sin intervención policial alguna más allá de la férrea vigilancia de un partido declarado de alto riesgo. Poco después de las once de la mañana y tras una llegada al estadio más que pacífica de los dos equipos –con las obras realizadas, los autobuses paran delante de Tribuna y el cordón policial tiene un diámetro mayor–, los más 700 deportivistas desplazados a Vigo en autocares entraron en el estadio para ocupar su sitio en Río Alto. Los insultos se oyeron, pero poco. Y lo que sí se pudo apreciar fueron los tocados de diseño chino que portaban algunos de los seguidores del Deportivo, imagen alusiva a las negociaciones de venta del Celta a un grupo empresarial de tal procedencia. Por si no quedaba claro, los sombreros se acompañaban de una bandera china. Y por si hacían falta más señas, todo ello aderezado del cántico "Mouriño, véndelo". Mensaje no para iniciados; urbi et orbi. Quizás osada la afición deportivista dando por sentado el proceso de venta, porque, que se sepa, el presidente céltico no tiene calendada para hoy comida alguna con un grupo de chinos desconocidos para él. Quizás con unos catarís anónimos sí. Y el deportivismo se verá obligado a cambiar el cántico para la vuelta, a variar sus tocados y a comprar otras banderas. Ésa será la venganza de Mouriño.
Los minutos fueron pasando en un Balaídos con apenas 21.000 personas en las gradas. Ni en un derbi el estadio registra ya no un lleno, siquiera una gran entrada. Con todo, desde el césped el equipo se encargó de enchufar a la grada con el partido. No tanto con su buen juego como con sus goles. Y con goles que la grada siente muy suyos: un chaval de Marín, otro de Moaña y un chileno adoptado por el celtismo como propio. Los tres integrantes del equipo que hace cinco temporadas ascendió a Primera División.
Cierto es que el gol deportivista y la lluvia complicaron el devenir del derbi y el deportivismo le sugirió a Mouriño que sacase la antigua lona de Fondo –por cierto, grada de nuevo vacía totalmente, sin que el convenio con el Concello haya comenzado a plasmarse cuando el mes de octubre toca a su fin, se llevan disputados más de dos meses de Liga y ya han pasado por Balaídos Atlético, Barcelona y Deportivo–. Pero el éxtasis alcanzado con los goles de Orellana y Aspas –que fueron sustituidos por Eduardo Berizzo para ser aclamados– acabó por inundarlo todo y acallar la esquina deportivista, a la que Aspas se dirigió señalando el escudo –sin acto de menosprecio alguno al rival– tras marcar sus dos tantos. Por entonces, la retranca cambió de barrio y Balaídos no sólo tiró de sus clásicos, como "A Rianxeira", sino que se volvió hacia la afición deportivista con un malvadamente amable "Gracias por venir".n

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