Valencia - Celta

Méritos contraídos y sustraídos

El italiano Zaza, autor del primer gol valencianista anoche en Mestalla, cabecea adelantándose a Andreu Fontás y Pablo 'Tucu' Hernández.
photo_camera El italiano Zaza, autor del primer gol valencianista anoche en Mestalla, cabecea adelantándose a Andreu Fontás y Pablo 'Tucu' Hernández.

El Celta cayó injustamente, por fútbol y criterio arbitral, en su visita al Valencia y sigue anclado en tierra de nadie

Un buen saque de esquina y un polémico penalti 
–lo fue, pero dentro de un criterio severo que no se aplicó en otras acciones– causaron ayer la injusta, por fútbol, derrota del Celta ante el Valencia en Mestalla. Un tropiezo que duele por lo inmerecido; igual que las caídas más peligrosas son las inesperadas. Otro traspié en el resultado como otros previos que convierte la tarea de engancharse a la zona alta de la clasificación en un perenne deseo insatisfecho.
No hay dos caras iguales. Lo que es una inmensa riqueza. Cada arruga en cada tez revela algo, vete tú a saber qué, y determina algo, quién sabe qué. No hay dos planteamientos futbolísticos iguales. Cada jugador determina al que tiene al lado de múltiples maneras. Saber cuáles es la denodada tarea sin final de múltiples entrenadores. Juan Carlos Unzué y su Celta y Marcelino García Toral y su Valencia mostraron anoche sus caras, las esperadas. De frente. Con un vistazo a los primeros minutos del duelo de anoche en Mestalla basta para reconocer la deseada faz de sus contendientes: el Celta, para soñar el partido, lo mece; el Valencia, directamente, para alcanzar su sueño se toma un somnífero. O caricias no melosas o empujones con tino. A elegir en el menú futbolístico.
El maridaje entre una opción y otra dio lugar a un partido entretenido, de esos que coleccionan sobresaltos felices y tristes. En el primer minuto, primer empujón che en un saque de esquina y balón al palo de Vezo. A continuación, las primeras caricias de un Celta con personalidad propiciaron un par de ocasiones de Pione y un penalti sobre Jonny que el árbitro no vio, o no señaló, o las dos cosas.
En ese arranque, el equipo vigués movió el balón con criterio. La verticalidad la alcanzaba, especialmente, cuando se juntaban por la derecha Wass y un Aspas que, últimamente, presume de zancada. También de eso. Pero aun en tales circunstancias de partido –el Celta siempre se encontró cómodo y con suficiente maldad con el balón–, el Valencia presumía de resortes excepcionales para generar contragolpes en forma de arrebatos.
A base de tan contundentes argumentos, el Valencia le arrebató de las manos el control del partido a los célticos. Soler probó; Gayá y Zaza ensayaron para hacer trabajar a Rubén; la febrilmente precisa combinación en el centro del campo, con Parejo de faro, acababa con las llegadas de los laterales y los centros al área. Al conjunto che, antes de llegar, se le oye pisar. Y llegó su gol en un saque de esquina perfecto: de la bota de Parejo a la cabeza de Zaza, escapándosele a Fontás, en el primer palo.
Un sinsentido: el tanto no le vino mal al Celta porque le permitió recuperar el balón. Y empezar a apreciar que la fiereza local no se traducía en solvencia defensiva. De hecho, sólo una enorme parada de Neto a cabezazo de Aspas impidió el empate celeste todavía en la primera parte. En cualquier caso, la acumulación de minutos con balón y de méritos dio sus frutos justo tras el descanso: error en la salida che, Pione aprovecha el hueco para sacar un centro que Maxi acompaña con inteligencia, pero su golpeo tropieza en un defensa con tan buena fortuna que el balón le quedó a Aspas para rematar.
El gol dejó a continuación un partido sereno con el Celta controlando. Lobotka reinaba en el centro del campo, con Tucu de escudero y Wass de disparadero. Pione Sisto era un dolor para el conjunto che. Todo estaba a favor de los de Unzué. El Valencia se centraba en defenderse y no permitir oportunidades, algo que logró porque la comodidad celeste era hasta excesiva. Por eso, a falta de un cuarto de hora, Emre Mor se preparaba para salir a revolucionar algo.
Fue en ese momento cuando Munuera Montero, que no pitó el penalti sobre Jonny en la primera parte, sí consideró punible el existente contacto del pie de Tucu con el de Nacho Gil dentro del área celeste. Parejo marcó. Y ese gol y la rabia y el desconcierto del Celta mataron el partido pese a las salidas al campo de Mor y Guidetti.
El Celta perdió injustamente por el fútbol, más allá de por el árbitro. Controló prácticamente todo lo que tiene al balón como protagonista, pero pecó de no descifrar los tiempos del partido y aprovecharlos. Una derrota dolorosa.

Valencia:
Neto, Montoya, Vezo, Paulista, Gayá, Carlos Soler (Nacho Gil, m.60), Kondogbia, Parejo, Andreas Pereira (Maksimovic, m.89), Rodrigo (Santi Mina, m.66) y Zaza.
Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Gustavo Cabral (John Guidetti, m.84), Andreu Fontás, Jonny Castro; Daniel Wass, Stanislav Lobotka, Pablo 'Tucu' Hernández, Pione Sisto (Emre Mor, m.81); Iago Aspas y Maxi Gómez.
Goles:
1-0, m.28: Zaza; 1-1, m.46: Aspas; 2-1, m.81: Parejo, de penalti.
Árbitro:
Munuera Montero (comité andaluz). Amonestó por el Valencia a Zaza y Kondogbia y por el Celta a Maxi Gómez, Hugo Mallo, Iago Aspas, Fontás, Tucu y Wass (tras el final del partido).
Incidencias:
Mestalla.  35.633 espectadores.

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