Celta

Mediodía de sudores fríos

"Nas boas e nas mala, sempre Celta", se leía en una pancarta en Río. Hasta que el siempre pasó a ser un  mero deseo inicial...
photo_camera "Nas boas e nas mala, sempre Celta", se leía en una pancarta en Río. Hasta que el siempre pasó a ser un mero deseo inicial...

La afición pitó al árbitro y a los suyos y llegó a pedir la dimisión de Carlos Mouriño

Inusualmente caluroso se presentaba el mediodía de ayer en Vigo. Sudores varios provocaba la temperatura antes –y durante en la grada de sol, que a esas horas es la que ocupan ambas Tribunas y el palco–; sudores generalizados provocó después el temor por el espectáculo vivido. Los unos eran cálidos; los otros, fríos. Gélidos.
Ese contraste térmico marcó a una afición celeste que, sin el ansia que mostró en la cita contra el Sevilla, no faltó a la cita. Fueron casi 15.500 aficionados los que se personaron en Balaídos esperanzados en un inicio luminoso y desesperanzados en un final negro, casi trágico. Por el medio, muchas sensaciones, en su inmensa mayoría negativas.
Porque lo vivido sobre el césped enervó en más de una ocasión  a una grada que estuvo comandada por una muy activa grada de animación. Desde su lugar en Río Bajo, los peñistas quisieron empujar a un equipo encallado. Sin suerte, pero con ánimo.
No hubo especial atención sobre el árbitro de salida. Ningún acto reivindicativo, más allá de una pancarta a modo de recordatorio colgada en Marcador: "La Liga de la VARgüenza". Claro que esos oprobios de Getafe que se quisieron olvidar volvieron bruscamente a la mente cuando fue expulsado Ryad Boudebouz. Segundo debut  consecutivo de un fichaje invernal que acaba en roja. En directo, la acción no pareció merecedora de tamaño castigo y Jaime Latre fue objeto de críticas, más cuando se enzarzó con el banquillo local.
Pero lo peor fue que ni tan siquiera el colegiado centró los pitos. Estos fueron, en su mayoría, para el propio equipo. Y, esta vez sí, cumpliendo esa rancia petición del vestuario: durante el juego no, sólo cuando se pare. De ahí que sonasen más en el descanso y al final del duelo. Este último sonido mediatizado por al abandono masivo de las gradas de buena parte de los aficionados antes del final del choque.
En el momento más álgido de cabreo se oyó un grito coreado: "Mouriño dimisión". Tal desideratum –el dueño no puede dimitir– duró apenas unos segundos, pero se hizo oír tras una semana marcada por la polémica en torno al alquiler de la sala de la sede al Partido Popular. 
Pese a la desilusión enorme, hubo tiempo para la caballerosidad de aplaudir a Morales, estrella visitante, al ser sustituido. Con dolor se leyó al final la pancarta colgada en Río: "Nas boas e nas malas, sempre Celta".n

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