celta-espanyol

La galaxia celeste gira en torno al Rey Sol

La libertad de movimientos de Aspas marca la pauta para que el resto de sus compañeros se muevan en ataque.
photo_camera La libertad de movimientos de Aspas marca la pauta para que el resto de sus compañeros se muevan en ataque.

Es muy usual apuntar que el juego del Celta depende de lo que haga Iago Aspas. En el caso del partido de ayer y en el aspecto táctico, fue así literalmente. De la posición que decidiese adoptar el delantero de Moaña, con una libertad absoluta ayer, dependía el esquema táctico de Antonio Mohamed.

Como Luis XIV en la Francia absolutista, Iago era el Rey Sol de la escuadra céltica.
El Celta arrancó en un 1-4-4-2, con un posicionamiento alto en fase defensiva, en el que el morracense formaba dupla arriba con Maxi Gómez y Brais ocupaba el flanco derecho. Pero cuando el equipo celeste tenía la pelota, la creatividad y el instinto de Aspas marcaban la pauta. Si atacaba por dentro, el sistema se volvía asimétrico, con el mosense muy cerca de Fran Beltrán y Lobotka, Sisto abierto a la izquierda y Hugo Mallo con todo el carril para él. Así construyó el Celta sus ofensivas durante la primera media hora, con un automatismo que se repitió en varias ocasiones: elaboración en el sector izquierdo para atraer rivales, con Lobotka en esa zona secundado por Sisto, y cambio de orientación al costado derecho para las incorporaciones de Mallo. En dos desplazamientos largos de Beltrán y del propio Sisto, el capitán del Celta ganó la la línea de fondo pero sus centros no encontraron rematador. 
Con el paso de los minutos y el peso de calor, la presión local perdió intensidad hasta llevar al equipo de Mohamed a un bloque bajo en el que volvió a mostrarse incómodo. El Espanyol ganó presencia ofensiva y tras un aviso de Borja Iglesias en un mano a mano desbaratado por Sergio, llegó el gol perico desde el rincón, fruto de esa pérdida de metros en el sistema defensivo vigués.
La segunda parte empezó con paradojas. La altura de la defensa bajó 20 metros para tratar de cazar al Espanyol en transiciones. Así, en una acción inversa a las de la primera mitad llegó el empate. Entre Lobotka y Brais atrajeron rivales hacia el sector derecho, el mosense cambió de banda para Júnior Alonso, que puso un centro envenenado al corazón del área. David López se metió el balón en su propia portería en su intento de despeje, pero hay una cosa que es inexorable: Iago Aspas estaba en la disputa con el central perico. Y cuando el Rey Sol gobierna sus dominios en el interior del área, suelen suceder cosas y casi todas, beneficiosas para el Celta.
El tanto dio fuelle al Celta. En el fútbol, los esquemas y las tácticas representan mucho, pero el factor anímico también. Mohamed agitó la coctelera con la entrada de Emre Mor. Pero la receta no funcionó. Ni el turcodanés, desafortunado en la izquierda, ni el resto de sus compañeros aprovecharon el impulso.
Cuando el partido entró en su fase definitiva se certificó una sensación que se palpaba en el aire: los mecanismos y las soluciones desde el banquillo de este Celta no son tan distintas a los del año pasado. Mohamed dio la alternativa a Boufal por Brais y el equipo se partió en un 1-4-2-4 en busca de una situación de gol que resolviese el choque. No llegó. Tampoco llegaron las temidas contras del rival cuando el equipo se parte por el medio por el extraordinario desempeño de Lobotka y de un Fran Beltrán que no parecía estar debutando en Primera con 19 años
En cuanto a la pelota parada, quedaba saber quién heredaría el rol de Wass. Brais y un sorprendente Hugo Mallo ejecutaron saques de esquina y faltas laterales, siempre a favor de pierna, con un par de remates sin peligro. Lo que no ha cambiado es el estrés de cada balón parado en contra. En uno de ellos, mal defendido por el Celta, el Espanyol encontró su gol. 

Te puede interesar