atletismo

El entrenador predestinado

David Gómez charla con Beatriz Viteri, su pertiguista que acaba de participar en el Nacional absoluto.
photo_camera David Gómez charla con Beatriz Viteri, su pertiguista que acaba de participar en el Nacional absoluto.

El olímpico David Gómez lleva un grupo de 12 atletas a base de entusiasmo y realismo

Lo primero, no vas a ser olímpico". Con esta mezcla de realismo rudo y psicología contraria recibe David Gómez a los atletas que empiezan a entrenar con él. El rosaleiro, que sí acudió a dos Juegos Olímpicos como decatleta –Atenas 2004 y Pekín 2008–, centra ahora sus esfuerzos atléticos en ejercer de entrenador, quedando la competición sólo como una manera de "echar una mano" a su club de toda la vida, el Celta, en la liga. Pero su entusiasmo está dirigido al grupo de 12 atletas a los que forma en los dos sectores en los que se ha especializado, las pruebas combinadas –cómo no– y los saltos verticales.
"Siempre dije que cuando me retirase sería entrenador. Ahora, tengo la suerte de que mi trabajo como monitor en un gimnasio, que es el que me da de comer, me permite cumplir lo que vaticiné", señala David. Pese a que considerarse entrenador profesional se antoja "imposible", el rosaleiro asume la labor con toda la seriedad del mundo: "Tengo un grupo de rendimiento, para dar resultados. No de entretenimiento".
El subcampeón del mundo júnior de décatlon en 2000, que acaba de cumplir 36 años, empezó compaginando la labor de entrenador con la de competidor tras regresar de la Residencia Blume. Y comenzó por la pértiga porque el entrenador del Celta en tal especialidad se iba y había que cubrir el hueco. Pero reconoce que " a mí me tiran las pruebas combinadas" y enseguida asumió pupilas: Andrea Novoa, ahora en Estados Unidos, Isabel Vázquez, hoy por hoy en Bruselas... Y ahora la que él mismo califica como "la joya de la corona", Eva Queimaño.
Con Eva se estrenará la semana que viene como entrenador en una citación de la Federación Española, concretamente un encuentro internacional de pruebas combinadas de España y Portugal que se celebrará en la localidad lusa de Pombal. En su pupila de 16 años redescubre David su ímpetu juvenil: "Tiene un montón de ganas y cualidades. Hasta cierto punto, me dan igual las cualidades pero es básica la ilusión".
Al echar la vista atrás, rememora cuando se le presentó a Antonio Fernández, su primer entrenador. "Llevaba un montón de años entrenando y se centró en mí", recuerda. Reconoce, en este punto, que a la hora de entrenar ha sacado "muchísimas cosas que ahora aplico" tanto de Fernández, fallecido hace dos años, como de José Luis Martínez, su entrenador en la Blume, y de Jesús Lence, su preparador-físico entrenador en una última etapa en la que David ya era en parte pupilo de sí mismo.
A este bagaje como atleta une hoy en día su título de monitor de atletismo y, de manera especial, todo lo aprendido "viendo entrenar a otros. Siempre decía que yo iba a los campeonatos más que a competir a ver entrenar. Miraba mucho y preguntaba siempre. Eso me ha dado muchas tablas". Y la formación, con internet echando una mano –"Antonio, cuando yo empezaba, recibía revistas de Hungría y a partir de ellas incorporábamos cosas"–, es continua, compartiendo entrenamientos en las dos direcciones: "Aprendes mucho y también cuelgas tus propios entrenamientos". En esta última faceta, llama la atención su creatividad para paliar la falta de medios endémica en el atletismo vigués: "Bea Viteri –la pertiguista con la que acaba de acudir al Nacional absoluto de Salamanca– llegó a mí tras estar varios años en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva y siempre me dice que es increíble cómo nos las ingeniamos aquí sin apenas material".
De ahí que todo vuelva al factor diferencial, el entusiasmo. Esas ganas que busca en los atletas más pequeños –"si les gusta, que vengan; no voy a decir a los padres de entrada si tiene condiciones o no para llegar lejos"– y en los ya asentados en su grupo: "Siempre pongo de ejemplo a Miguel Cajaraville. Empezó conmigo a los 14 años, ahora tiene 21, y le dije: olímpico no vas a ser. Y se enfadó. Después me decía que quería pasar de 4 metros y yo le decía que a ver. Hoy, ya sabe que no va a ser olímpico pero, teniendo unas condiciones físicas limitadas, le echa más ganas que nadie y ya ha saltado 4.65. Me sorprendió a mí el primero. Estoy enfadado conmigo mismo".
Aprendizaje de un entrenador que mantiene que "mi futuro está en Vigo", que espera la deseada reforma de las pistas de Balaídos y que, quién sabe, algún día podrá tener en sus manos un olímpico como él.

Eva Queimaño y David acudirán a un torneo internacional en Portugal.

Eva Queimaño y David acudirán a un torneo internacional en Portugal.

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