DIVISIóN DE HONOR PLATA

Entre el despropósito, Lloria

Juan Quintas comenzó el partido jugando en el pivote en  ataque, aunque de nuevo jugó más en defensa.
photo_camera Juan Quintas comenzó el partido jugando en el pivote en ataque, aunque de nuevo jugó más en defensa.

La gran actuación del portero del Octavio permitió a los suyos equivocarse hasta acertar y ganar al Algemesí

En medio del despropósito, Jorge García Lloria. Enorme, sublime. Por momentos, casi infalible. Con él en portería, el Academia Octavio no podía perder ayer ante el Maristas Algemesí. Ni aunque, en determinadas fases del partido, pareciese no ya abocado a ello, sino sintiendo esa irracional atracción por el vacío que te lleva hacia él casi con convicción. Porque el conjunto rojillo acumula todavía demasiados despropósitos, pero en As Travesas –tres de tres en casa– los subsana con un encomiable propósito de enmienda. Ese aprendizaje continuo que adorna a todo el club esta temporada que lo convierte en tan atractivo y, en ocasiones, tan frágil. El Octavio enamora por imberbe. Y, además, gana. Porque a Lloria hace tiempo que le sale barba.
Faltaba ayer Cerillo, el otro barbudo –por experiencia, que Corcera y algún otro me perdonen la licencia–. Y tal vez su ausencia o tal vez la novedad de afrontar un partido siendo, sobre el papel, superior al rival –un Algemesí con un solo triunfo liguero en su haber y que en Copa había eliminado a un equipo vigués con bajas (no estaban Lloria ni Cerillo) en Almería y en la prórroga– provocó que a los vigueses se les viesen las costuras más que en ningún otro partido en casa esta temporada.
Javier Fernández 'Jabato', técnico local, está empeñado en sacarle el máximo jugo a su plantilla. Y entrena variaciones tácticas que después pone en escena. Ayer empezó el partido dando minutos a Álex Conde como avanzado con la idea de evitar los cambios defensa-ataque y darle velocidad al juego. Porque sabe el entrenador rojillo que el contragolpe es el mejor camino para los suyos hacia la portería rival y quiere explotarlo al máximo.
No funcionó en exceso el plan porque la defensa académica apenas existió. Las circulaciones del Algemesí abrían boquetes en la retaguardia viguesa y los visitantes comenzaron con la pléyade de lanzamientos desde seis metros que realizarían a lo largo de todo el partido. Lo bueno es que en la otra orilla, el 5.1 visitante no funcionaba mucho mejor y en la propia, Jorge García Lloria empezó a dejar muestras de su calidad con diez paradas en los primeros treinta minutos. Y la mayoría de ellas, además, a tiros a bocajarro.
El intercambio de goles y de errores fue la tónica dominante hasta el 12-12 (m.22). Entonces, el Octavio entró en crisis. Un parcial de 0-3 puso a los locales en una delicada situación (12-15), más por sensaciones que por la diferencia de goles. Ninguno de los rojillos sobre la pista parecía tener claro qué hacer. Con el 13-16, había serio peligro de ruptura. Pero aparecieron el kamikaze Salazar y Oliveira para anotar goles un tanto inverosímiles acompañando a Lloria y se salvó el tipo al descanso (16-16).
En su aprendizaje continuo, el Octavio quiso enmendarse. Salió con más intensidad en defensa 
–el 5.1 funcionó ayer mejor con Silvas de avanzado tras probar con Conde y Tate– para aprovechar la superioridad heredada de la última acción de Salazar en la primera parte. La idea era correr y Víctor León marcó a la contra antes de que Oliveira aumentase la renta (18–16). Parecía que el plan funcionaba. Pero no.
De nuevo aparecieron los despropósitos en forma de pérdidas. Parcial de 0-3 en contra y los nervios, de nuevo, a flor de piel. Los de todos salvo los de Lloria, que seguía a lo suyo y si en la primera media hora hizo diez paradas decisivas, en la segunda hizo otras tantas, incluidos dos siete metros.
Las paradas del portero permitieron a sus compañeros equivocarse y equivocarse hasta acertar. Los extremos parecían meras figuras de decoración porque el balón nunca llegaba a ellos. La ventaja local no superaba los dos goles hasta que, por fin, los académicos empezaron a correr. Del 24-22 (m.46) al 28-25 (m.55), los cuatro goles locales fueron al contragolpe, mientras el Algemesí se agarraba al único jugador al que Lloria no le había comido la moral, su pivote Lorasque. Hasta que los alicantinos empezaron a perder balones con reiteración y el Octavio hasta acabó ganando plácidamente. Lloria mediante.

Academia Octavio:
Jorge García Lloria,  Paco Salazar (3), Borja Méndez (4, 3p.), Álex Conde, Juan Quintas (1), Germán Hermida (4), Diogo Oliveira (9) –siete inicial–, Toni Corcera (1), Duarte Batán 'Tate' (1), Víctor León (5), Óscar Silva (3).
Maristas Algemesí:
Dani Arguillas, Vicente Hernández (5), Vicente Tortajada (1),  Carlos Esquer (1), Juan Vidal (2), Luismi Lorasque (8, 1p.) 
–siete inicial–, Gerardo Borrás (2), José Andrés Marco (4), Carlos Moreno (3), Pau Sales, Salva Sales.
Parciales:
2-2, 6-5, 9-9, 11-11, 12-14, 16-16 (descanso); 18-16, 18-19, 23-21, 25-23, 27-25, 31-26.
Árbitros:
Efrén Muñoz y Julio Posada (Madrid). Excluyeron a los locales Hermida, Corcera, Silva y Oliveira, y a los visitantes Borrás y Lorasque.
Incidencias:
Partido de la quinta jornada de la División de Honor Plata disputado en el pabellón de As Travesas con un millar de espectadores en las gradas. El Octavio jugó con un brazalete rosa en conmemoración del día mundial contra el cáncer de mama. 

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